Ha sido ésta una semana animada informativamente, en la que se han despejado las dudas que con tanta constancia y repetición obsesiva intentaba sembrar el candidato del PSOE sobre el gobierno municipal. Como todos ustedes sabrán, el fiscal ha pedido el sobreseimiento de la denuncia que presentaron los socialistas. Por sí sola una noticia de este tipo tendría únicamente un interés limitado a los propios denunciados e implicados indirectos. Pero en el presente caso, paradójicamente, quien más se ha visto afectado por la decisión del fiscal ha sido el candidato del PSOE, partido en cuyo seno se urdió la denuncia que finalmente ha acabado en la papelera de los juzgados.
Cañestro pensaba que podría sacar petróleo de la situación judicial en la que injustamente metieron a los populares: por un lado, podía presentar ante la opinión pública a sus opositores como unos políticos bajo sospecha de prevaricación; y por otro –y no menos importante- podría utilizar este procedimiento judicial como arma arrojadiza con la que contraatacar, en lugar de ofrecer las explicaciones que aún seguimos esperando sobre cómo accedió a su empleo público. Pero en tan solo una semana todo el tinglado se le ha venido abajo: son las cosas que le pasa a quien, como el candidato socialista, ha fiado su progreso en las desgracias ajenas.
Recapitulando un poco, aunque firmaron la denuncia un par de “pagafantas del urbanismo” en principio ajenos al PSOE, en una posterior rueda de prensa Aguilera despejó toda duda y reconoció abiertamente que en realidad había sido el grupo municipal socialista quien había presentado la denuncia ante la fiscalía. Aparecieron de esta forma en escena unos nuevos “pagafantas”, los concejales socialistas, a los que Cañestro y Aguilera embarcaron en sus manejos dirigidos a paralizar y embarrancar judicialmente la estación de autobuses, uno de los proyectos estrella de los populares.
Pero hete aquí que les ha salido el tiro por la culata, y tras quedar resueltas todas las sospechas y recelos jurídicos planteados y difundidos por el PSOE, en el peor momento para ellos –a escasamente dos meses de las elecciones-, lo que es una buena noticia para Ronda se convierte en la peor de las noticias para Cañestro.
Una vez hemos sabido todos que eran falsas las acusaciones de los socialistas, ha resultado más que llamativa la reacción de todos ellos: silencio. Un silencio atronador de Cañestro, que hasta hace dos meses se presentaba como la víctima de acusaciones falsas, y que ahora no se molesta siquiera en pedir perdón a todos los Concejales y funcionarios que durante estos dos años han visto ensuciada su imagen. Y un silencio aún más ensordecedor de los concejales del grupo socialista, que siguen obedeciendo sumisamente las órdenes del candidato, manteniéndose en su indigno papel de “pagafantas”. Y es que el mutismo de todos ellos ha sido como el silencio de los noqueados.
Han dejado todos pasar una magnífica ocasión para hacer algo tan sencillo y necesario como admitir su error al sostener acusaciones falsas, pedir perdón a los Concejales y técnicos a los que han puesto injustamente bajo la lupa judicial y reconocer que para hacer oposición no es necesario bloquear y poner en peligro las inversiones y los puestos de trabajo que constituyen los ingresos de decenas de familias rondeñas.
