Hace algún tiempo fui operado del corazón por segunda vez, en esta ocasión fue por urgencia por el estado en que me encontraba.
Salí de la operación muy bien y continúo sin problemas gracias a dios.
Cuando salí del quirófano, me encamaron en una habitación donde había otro enfermo mayor, llevaba varios días. Se quejaba con lamentos gitanos.
Le acompañaba una de sus hijas y me decía, mi padre se queja, pero no está tan mal pues mañana le dan el alta.
Yo que por naturaleza soy alegre empecé a quejarme en plan broma, pero con más fuerza y como si fuera verdad. Se dieron cuenta y fue motivo de risa.
Mi hija que estaba allí, dijo, papá esos son lamentos gitanos.
Y es verdad, los gitanos son aficionados al cante flamenco y baile y todo lo que sea fiesta. En ese sentido los lamentos gitanos son como cantar por peteneras.
El enfermo compañero de habitación se despidió afectuosamente diciéndome, que vendría a Ronda a verme, y la hija le decía a la mía, en todo el tiempo que hemos estado aquí no se ha reído y desde que llegó tu padre ha estado alegre.