Hablar de Genalguacil hasta ahora era sinónimo de hacer de arte contemporáneo y de los creadores que en este pequeño municipio exponen sus obras o instalaron sus talleres. Un hecho que cambió una vez que la guía Repsol anunció recientemente sus nuevos soletes y entre los establecimientos elegidos se encuentra el restaurante El Refugio de esta localidad.
Según ha adelantado el periódico gastronómico GastroRonda, el local está dirigido por María José González, una joven de tan solo 21 años que tras dejar sus estudios en la capital decidió ponerse al frente del bar de su pueblo que acaba de cerrar y reabrirlo.
Una aventura en la que logró que se acompañara su madre, Manuela Núñez, que lleva toda su vida dedicada a la cocina y que en aquellos momentos no pasaba por su mejor momento profesional en la empresa en la que desempeñaba sus funciones.
“Tuve que aprender a toda prisa a tirar cervezas, hacer café, tomar comandas y llevar el bar, nunca me había dedicado a ello”, explicó María José, que ahora se encuentra ya mucho más tranquila y a la vez muy orgullosa por el reconocimiento que les acaba de llegar. Eso sí, asegura que en ningún momento han ido a buscar algo así. “No puedes querer algo que no sabes que existe, eso fue muy fuerte, nos enteramos por un vecino que nos llamó que lo había visto en el periódico y fue una sorpresa muy grande ”, dijo María José, que muestra con orgullo el solete que ya recibió de la guía y que ocupará un lugar en la entrada de este establecimiento del llamado ‘Pueblo Museo’.
“Antes la gente venía a Genalguacil y comía aquí, ahora hay que gente viene aquí a comer y luego visita el pueblo, estoy muy orgullosa por ello”, dijo.
Rodeada de mujeres, porque todo su equipo está formado por féminas, cree que el éxito de su restaurante es ser amables con sus clientes, tanto los habituales como los turistas, y apostar por una comida tradicional de pueblo como la que asegura que ofrecen en su carta.
“No queríamos que se perdiera la cocina tradicional, la gente que tiene pueblo sabe que las abuelas cocinan diferente, es el sabor del campo a la mesa”, explicó María José, que también cuenta con el apoyo de la huerta de su padre que le suministra productos de temporada.
Entre sus platos estrellas no resuena ninguna descripción ininteligible. Ensaladilla rusa, pisto, patatas a lo pobre, croquetas, carrillada o carne de ciervo son algunas de las opciones de la carta, ya que no se trabaja con menú.
Además, aquellos que quieren comer en este local es preferible que hagan una reserva previa, ya que, pese a contar con salones interiores y una terraza con vistas a la naturaleza, los fines de semana suele estar lleno.
En cuanto al secreto de su éxito, cree que “somos un bar familiar de pueblo, intentamos que nuestros clientes se sientan como en casa aunque sabiendo siempre que están pagando por un servicio”, señaló María José, que se siente muy satisfecha porque muchos de los comentarios apunten a la simpatía con la que atienden su equipo de camareras en sala.