El municipio de Pujerra, a través de la asociación de mujeres ‘La Alegría Pujerreña’, volvió a ‘vestir’ la cruz como forma de conmemorar las Cruces de Mayo. Se trata de la recuperación de una antigua tradición y tuvo lugar ayer en el Mirador de la Cruz.
Por un lado, y según han explicado desde la asociación de mujeres, las personas más ancianas de Pujerra relatan que, cuando niños, sus ancestros les contaban que era costumbre en el pueblo ‘vestir’ dos grandes cruces que se ubicaban en las afueras del casco urbano, una en una intersección de caminos en la zona del actual Mirador de la Cruz que se encargaban de adornar los vecinos del Barrio Bajo, y otra cruz situada en el entorno del cementerio, que preparaban las personas del Barrio Alto.
El pasado año se consiguió recuperar la tradición, y este año se ha vuelto a realizar. El objetivo es repetirlo todos los años para contribuir a mantener esta antigua tradición que forma parte de la identidad del municipio. Para ello es fundamental la participación ciudadana, especialmente de las nuevas generaciones, que en el futuro serán las encargadas de preservar las tradiciones y costumbres de Pujerra.
Por otro lado, esta tradición, que en los últimos tiempos está siendo mantenida tan sólo por unas pocas personas, también consiste en decorar pequeñas cruces que antaño había en la mayoría de las viviendas del municipio con diferentes envoltorios de papel de dulces, turrones o mantecados. Muestra de ello se puede encontrar en el Museo de la Castaña de Pujerra, donde se conserva una cruz adornada a modo de exposición.
Desde el Mirador de la Cruz se observan unas magníficas vistas panorámicas gracias a su ubicación privilegiada. Es un punto perfecto para divisar la Sierra del Oreganal, el vecino municipio de Cartajima y su torcal, Jarastepar, la Cancha Almola, así como el espectacular paisaje de bosques de alcornoques y de grandes extensiones de castañar del que está compuesta mayoritariamente la parte alta del Valle del Genal. Además, cabe destacar que desde el propio mirador parten dos senderos diferenciados que discurren por estos parajes, uno de ellos lleva hasta el Molino Capilla, situado en el fondo del valle junto al río Genal, y el otro es conocido como el antiguo camino que se utilizaba para llegar a Igualeja.