El 14 de febrero de 1990, la cámara de la histórica sonde espacial Voyager 1, y a petición del famoso astrónomo y divulgador Carl Sagan, realizó la última fotografía de la misión antes de apagarse definitivamente las cámaras en su viaje interestelar hacia los confines del Sistema Solar, al igual que su gemela Voyager 2 que fueron lanzadas en 1977. La imagen es considerada una de las diez mejores fotos científicas espaciales de la historia.
La Voyager 1 se encontraba a 6.000 millones de kilómetros de nuestro planeta, giró la cámara hacia atrás y “nostálgicamente” realizó fotografías que compusieron un mosaico de imágenes denominado un “retrato de familia” de la Tierra y otros planetas del Sistema Solar. La imagen muestra a nuestro planeta como una mota o punto de luz casi imperceptible debido al fulgor del Sol. La primera persona en ver estas imágenes fue la científica Candy Hansen, que formaba parte del equipo de imagen de la misión Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL).
Carl Sagan llamó a esta foto un “Punto Pálido Azul” y escribió unos profundos pensamientos que sintió al contemplarlo. A continuación unos fragmentos de dicho escrito: “Mira ese punto. Ahí está. Es nuestro hogar. Somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cazadores y recolectores, héroes y cobardes, creadores y destructores de civilizaciones, reyes y campesinos, jóvenes parejas de enamorados, madres y padres, esperanzadores infantes, inventores y exploradores, profesores de ética, políticos corruptos, ‘superestrellas’, ‘líderes supremos’, santos y pecadores de toda la historia de nuestra especie han vivido ahí… sobre una mota de polvo suspendida en un haz de luz solar”. […] Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Quizás no hay mejor demostración de la soberbia humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos más amablemente los unos a los otros y de preservar y apreciar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido”.
Actualmente la sonda Voyager 1, tras casi 47 años “navegando” por el cosmos, se encuentra en el espacio interestelar a más de 24.000 millones de kilómetros de la Tierra y desde donde transcurren 45 horas desde que la NASA envía un comando a la sonda hasta que recibe una respuesta. Recientemente han surgido serias dificultades para comunicarse con ella que los técnicos intentan solucionar. Esta nave, al igual que la Voyager 2, siguen su viaje interplanetario con dos discos fonográficos, ideado por un comité científico presidido por Carl Sagan, con sonidos, imágenes, mensajes y nuestra localización en el cosmos. Su contenido retrata la diversidad de la vida y la cultura en nuestro planeta con la esperanza que en alguna ocasión sea hallado por una civilización extraterrestre inteligente que sea capaz de leer, entender y descifrarlos.
