La estrella Betelgeuse es una de las más brillantes del cielo (la novena, exactamente), y es la estrella alfa (la más brillante) de la constelación de Orión, siendo 0,58 su magnitud aparente.
Dicha constelación la podemos observar en toda su plenitud durante los meses invernales del Hemisferio Norte, siendo Betelgeuse la que ocupa el vértice superior izquierdo del cuadrilátero que constituye el mencionado grupo o figura estelar.
Betelgeuse es una estrella supergigante roja de un tamaño 900 veces superior al Sol, de tal manera que si lo consideráramos situada en el centro de nuestro Sistema solar (el Sol), sus capas más externas se extenderían hasta más allá de la órbita de Júpiter. Y esta estrella no deja (ni dejará) de sorprendernos.
Fue en octubre de 2019, cuando los astrónomos comenzaron a observar cierto decaimiento del brillo de Betelgeuse, que se fue acentuando paulatina pero drásticamente en las semanas y meses siguientes, llegando a notarse perfectamente a simple vista de cualquier aficionado o curioso, puesto que supuso la pérdida de hasta un tercio de su luz, cuando ya era febrero de 2020, fecha en que comenzó a recuperarse, volviendo a su brillo normal, ya en abril del mismo 2020. Suponiéndose que dicho desvanecimiento temporal fue ocasionado por la eyección de parte de su masa que, al enfriarse en la distancia oscureció y oculto parcialmente a la estrella, al mismo tiempo que la superficie de la misma también bajó de temperatura (y consiguiente luminosidad) debido a la perdida de energía en la expulsión de masa. Siendo este fenómeno tal vez un ensayo de la propia estrella en lo que se supone será su fin inmediato: su explosión en supernova en los próximos 100 mil años (algo muy próximo en términos astronómicos). Y podría ser algo que, incluso, ya haya sucedido, pues no tenemos que olvidar que, como dicha estrella se encuentra a más de 630 años luz de nosotros, los fenómenos que ahora observamos en ella, ya ocurrieron allí hace más de 6 siglos (aún no se había descubierto América).
Pero mientras, en nuestros días, Betelgeuse va a ser de nuevo protagonista para nosotros, aunque en un fenómeno totalmente distinto y en el que dicha estrella no interviene de forma activa, sino totalmente pasiva y ajena: Se trata la ocultación de la misma por un asteroide (319-Leona), por lo que perderá también gran parte de su brillo, desde nuestro punto de vista, aunque sólo sea por unos instantes, y desde el punto de vista de los observadores situados en una estrecha y alargada franja de la superficie de nuestro Planeta. Y, a diferencia de los fenómenos que puedan suceder en la estrella (algunos, antes mencionados), éste que citamos ahora sí puede ser previsto y calculado con cierta antelación. Aunque, eso sí, no está en nuestras manos evitar, ni provocar, ni modificar (al menos de momento).
Dada la pequeñez relativa, desde nuestro punto de vista, de ambos objetos celestes, el evento se convierte en especialmente raro, curioso y simple a la vez. Y tendrá lugar en la noche del 11 al 12 de diciembre, entre las 2:15 y las 2:16 (hora peninsular española):
La estrella Betelgeuse, de Orión (arriba a la izquierda, de dicha constelación, como hemos indicado anteriormente), será ocultada (tal vez simplemente atenuada), durante unos 12 segundos, por el asteroide 319-Leona. Fenómeno que será observable en una estrecha y larguísima franja, de unos 200 km de ancho, que atravesará nuestro planeta de este a oeste. Y, en lo que se refiere a España, tenemos suerte (entre comillas), sobre todo en Andalucía, puesto que dicha franja cruzará el sur de la Península, desde Alicante hasta el Algarve portugués, pasando justo por Córdoba capital. Y, para observar este evento no es necesario ningún sofisticado equipo especial, aunque si se dispone de él, mejor que mejor. Pero, a ojo desnudo podrá observarse muy bien el desvanecimiento del brillo de la estrella durante unos instantes, por lo que hay que estar muy atento. Y digo desvanecimiento (que no desaparición) de la estrella, dada la semejanza relativa del tamaño de ambos cuerpos. Sin embargo sí que sería muy conveniente, y tal vez la mejor opción, realizar una grabación (vídeo), con una cámara con trípode, desde un minuto antes hasta un minuto después del instante previsto para el lugar en cuestión.
Eso sí, habrá que tener la suerte de un cielo despejado (meteorológicamente hablando), encontrarse (o desplazarse) a un lugar libre de contaminación lumínica y, lógicamente, dentro de la franja de ocurrencia, teniendo en cuenta un cierto grado de incertidumbre o de error en la misma. Por lo que, aunque nuestra comarca (Serranía de Ronda) se encuentra totalmente fuera de toda posibilidad, bueno, si nos quedamos en ella, también deberíamos estar atentos. Quizás, por ese margen de error, tal vez podríamos pillar algo.