Las flores de este género de suculentas suelen abrirse tras la puesta de sol y apenas duran uno o dos días. Su belleza y suave aroma son especialmente apreciados por lo efímera de su presencia.
Existen gran diversidad dentro del género Echinopsis, con cierta variabilidad además en su morfología. Pueden ser desde grandes ejemplares columnares como el cardón, hasta pequeños cactus de tallos horizontales. Destacan, sin embargo, las formas globosas, con varias especies muy parecidas entre si.
Hay que afinar para identificar correctamente a la especie, ante tanto congénere e hibridaciones.
Uno de los más frecuentes es el Echinopsis oxygona, un cactus mayormente esférico, de tamaño contenido y algo chato por el ápice. No sobrepasará los 25cm de diámetro, aunque puede ganar cierta altura. Es capaz de generar nuevos vástagos con relativa facilidad, por lo que con frecuencia se le encuentra en grupo.
Este Echinopsis se diferencia de otros de su mismo género por las marcadas costillas, con aristas agudas y onduladas. Las aureolas blancas o a veces más oscuras no están encastradas como en otros casos, sino que sobresalen visiblemente. Cada una de ellas presenta un número dispar de espinas, agrupadas en torno a otras centrales siempre más desarrolladas. Por ese motivo a veces se le llama “cactus erizo de mar”.
Las flores son lo más llamativo de la planta. En primavera y verano comienzan a crecer a partir de un lateral del tallo con un apéndice piloso que sobresale el tamaño de la planta e irá tomando forma, hasta que una noche, se abra su flor.
La flor es grande, bella y suavemente aromática, de 10 a 12cm de diámetro, de color rosado o a veces blanco. Está compuesta de varias hileras de pétalos, que vistos de perfil le dan apariencia de embudo.
Es posible cultivar los Echinopsis en el interior, siempre que se ubique cerca de una ventana o cristalera donde reciba la luz suficiente. Sin embargo, será muy raro que allí florezca, prefiere el sol y el exterior. El frío controlado en invierno incentiva más tarde su floración entrada la primavera.
Este cactus es más adecuado en una terraza o en el jardín como ejemplar en maceta o como planta de rocalla. En su habitad original, zona suramericana de Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay, se encuentra cómodo entre las rocas o en suelos de escasos centímetros.
No tienen grandes raíces. Las macetas para el Echinopsis, como con otras crasas, conviene que sean anchas y no demasiado profundas. Lo más adecuado es usar macetas de un material transpirable tipo cerámica y terracota.
Un sustrato especial para cactáceas y plantas crasas será el más indicado. Satisfará plenamente los requerimientos de aireación y drenaje del agua, imprescindibles para el Echinopsis. Como cabe esperar en una planta de estas características, el exceso de humedad sería perjudicial para sus raíces.
El riego debe ir muy moderado y no de debe aportar agua mientras la tierra no haya secado por completo. Si se encuentra en maceta, durante el verano, una vez por semana debería de ser suficiente. Al llegar el invierno puedes dejar de regarlo por completo.
Aguanta hasta cierto punto el frío, incluso heladas puntuales. En nuestro clima mediterráneo actual con heladas escasas no debería sufrir por este motivo. Pero en climas más fríos es necesario tomar medidas para protegerlo.
Los abonos deben ser específicos para plantas crasas. Por ejemplo se debe usar abono líquido en agua de riego cada cuatro semanas, desde la primavera hasta el otoño. Pero es necesario abonar con moderación no pasarse nunca de la dosis marcada en la etiqueta.
Lo peor que le puede pasar a tu cactus es la pudrición de sus raíces, algo posible si se abona demasiado o dispone de un mal drenaje. Si sigues unas buenas pautas de cultivo, esto no tiene por qué pasar. Sigue los consejos anteriores y échale un vistazo al enlace.
Otro problema con el que puedes topar es la aparición de cochinilla algodonosa, una plaga bastante corriente entre las suculentas. Pero en plantas pequeñas como ésta, es fácil de eliminar con un poco de agua jabonosa, solo tendrás que limpiar la superficie con un pincelito.
El jabón potásico es el más indicado en jardinería, ya que tenemos la certeza de que no dañará nuestras plantas.
Lo mejor para reproducirlo es aprovechar la gran cantidad de hijuelos que seguro le irán saliendo. Solo tendrás que separarlos con cuidado y trasladarlos a otra maceta. Con el sustrato adecuado agarrarán en poco tiempo. Sitúalos protegidos del sol mientras tanto.
Los cactus son agradecidos en su reproducción, además de muy resistentes. Se prestan con resignación a pruebas y combinaciones.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.joseeljardinero.com/