Imagina que de un día para otro, la vida que conoces cambia por completo. Tienes que abandonar tu hogar, tu trabajo, tus planes y aspiraciones. En ese momento, además te despides de tu familia tus amigos sin saber si los volverás a ver. Tus hijos tienen que dejar la escuela y partir a un lugar nuevo, distinto, en el que no se habla su idioma. Dejas atrás tu vida, con la incertidumbre de no saber cuando volverás a tener lo que te arrebataron.
Es el drama que viven Olga, Natalia y Anastasia, tres amigas ucranianas que, tras el inicio de la guerra en su país el 24 de febrero, cogieron a sus hijos y partieron desde Kiev en coche hasta Ronda. «No teníamos parientes en el extranjero, solo Nina, la madre de Natalia, vive aquí desde hace años, por eso emprendimos el camino hasta Ronda» comenta Olga.
La salida del país no fue fácil, el 24 de febrero partieron desde la capital, Kiev y no fue hasta el 28 de febrero cuando pudieron salir de la frontera con Rumanía. En la madrugada del 7 de marzo llegaron a Ronda, dejando atrás los más de 4.000 kilómetros que les separan de sus hogares y familias.
«Mis padres actualmente se encuentran en Chernigov, esta ciudad es el centro regional más cercano a Bielorrusia. Actualmente todo allí se encuentra destruído, hay disparos y no pueden salir ya que los soldados rusos disparan a civiles que intentan huír del horror» explica Olga. Sus maridos se encuentran en el país, y aunque ninguno de ellos tienen formación militar, ambos se han registrado como voluntarios para luchar por Ucrania. La ley obliga a los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años a quedarse en el frente para combatir las tropas rusas y no salir del país.
Olga tiene tres hijos, Anastasia tiene una hija y Natalia tiene dos hijas. La ciudad de Ronda si por algo se destaca, es por su solidaridad y desde su llegada han notado el apoyo y el ánimo que necesitan. «Actualmente nos alojamos en un hostal. La ciudadanía rondeña, su alcaldesa y la Cruz Roja nos ayudan mucho». El colegio La Inmaculada en estos días las acogerá y habilitarán unas habitaciones para ellas y sus hijos. Los estudios de los menores se llevarán a cabo en este centro. «Ahora tenemos que comenzar una vida nueva desde cero»asiente Olga. «Buscaremos empleo e intentaremos aprender español tanto nosotras como nuestros hijos».
Ellas se informan por canales ucranianos de Telegram, por redes sociales y por amigos que se encuentran actualmente en el país de lo que allí sucede a diario. El miedo les cubre el rostro en cada notificación que reciben en su dispositivo, pero en sus almas impera el orgullo por su país y la esperanza por un final cercano: «Creemos en la victoria de Ucrania y esperamos volver a nuestras casas y recuperar nuestras vidas lo antes posible». Han querido agradecer al pueblo de Ronda el trato y el apoyo que han recibido hasta el momento, aunque, como sucede en cualquier drama humanitario cualquier ayuda es poca.
Miguel angel
Bienvenidas a Ronda y que sean felices.
saludos