Un año más, y fiel a su cita estival, nuestro planeta atraviesa la órbita del cometa Swift-Tuttle, produciéndose la “lluvia de estrellas” más popular del año: las Perseidas o “Lágrimas de San Lorenzo”.
Este año tiene unas condiciones relativamente buenas de observación debido a que sucederán pocos días después de la luna nueva (8 de agosto) que favorece la observación unos días antes y después del máximo que está previsto para el 12 de agosto entre las 21:00 y las 00:00 horas. Por tanto, un buen momento para observarlas será la noche del 12 al 13 de agosto, sin descartar la noche anterior, una vez que el cielo esté oscuro y después de que el creciente de Luna se oculte por el horizonte. La tasa de actividad de meteoros se estima entre 60-120 a la hora en las mejores condiciones de observación, pero estas previsiones siempre son una incógnita que nos pueden sorprender o decepcionar. Un aliciente añadido será la observación de los planetas Júpiter y Saturno, que son visibles prácticamente durante toda la noche, alcanzando ambos su máximo brillo anual este mes y están situados en las constelaciones de Acuario y Capricornio respectivamente.
Un meteoro o popularmente estrella fugaz es un fragmento de materia interplanetaria, generalmente, no más grandes que la cabeza de un alfiler.
Al entrar en la atmósfera a una velocidad superior a los 50 km/s, aumenta su temperatura considerablemente desintegrándose a unos 90 km de altura, como resultado de la fricción atmosférica, originando el conocido espectáculo luminoso que si es muy brillante recibe el nombre de “bólido”. Hay épocas del año en que este fenómeno se observa con frecuencia y son las llamadas “lluvias de estrellas” que acontecen cuando nuestro planeta atraviesa la órbita de un cometa, siendo dicha lluvia un reguero del material que el cometa ha dejado tras sí, y a lo largo de su órbita en sus repetidos viajes hacia el Sol. Las lluvias de estrellas reciben su nombre de la zona del cielo que parecen provenir, en el caso de las Perseidas de la constelación de Perseo.
El popular nombre de “las Lágrimas de San Lorenzo” se le dio al coincidir el máximo de las Perseidas, en siglos pasados, con la festividad del mártir español San Lorenzo (10 de agosto). La estrecha relación de esta lluvia con el cometa Swift-Tuttle 1862-II fue revelada por el astrónomo italiano Giovanni Shiaparelli, tras los cálculos de la órbita de las Perseidas realizados entre 1864 y 1866, al coincidir un aumento espectacular de meteoros con la aparición el cometa en 1862. El Swift-Tuttle tiene un periodo orbital de unos 130 años siendo su última visita en 1992.
Para contemplar la lluvia de estrellas debemos alejarnos de las luces de la ciudad, siendo a simple vista la mejor forma de observarlas, pues los telescopios y prismáticos limitan el campo de visión. Una buena hora para comenzar la observación es alrededor de las 2 de la madrugada, localizando Perseo al NE, esta constelación a medida que pasen las horas ascenderá en el firmamento aumentado la posibilidad de ver Perseidas. Como norma general se suele recomendar dirigir nuestra mirada hacia el Norte o el Este, aunque pueden aparecer en cualquier zona del firmamento.
Las Perseidas nos hacen recordar al añorado profesor, artista y amigo Paco Marín que el próximo 20 de agosto hará 8 años que nos dejó y que sentía una especial pasión por las lluvias de estrellas. Este evento astronómico se ha convertido en un “clásico” veraniego que son seguidas por numerosas personas que aprovechan las calurosas noches estivales para “atrapar” el máximo número de estrellas fugaces, pasar un buen rato y pedir un deseo como aconseja la tradición.