Refrán muy conocido y que se interpreta habitualmente como el despilfarro en algunas acciones que podrían acometerse con recursos mucho más moderados. En ese sentido puede asimilarse al también muy conocido: “Tirar con pólvora de Rey” o, lo que es lo mismo, gastar sin comedimiento los dineros del erario público que, como todo el mundo sabe tras las sesudas lecciones de aquella ministra socialista que ahora “ejerce” como vicepresidente en funciones del Gobierno, no son de nadie. Yo pienso que su contenido es más amplio, especialmente si lo aplicamos a las obras públicas, como las municipales, que deben resolver un problema y no complicarlo todo aplicando procedimientos desproporcionados.
Llevamos pocos días con un nuevo equipo en el Consistorio Municipal y ya se le ven las orejas al lobo de las obras grandiosas, y van… pero, por el contrario, no les he oído nada como de un programa para retirar los cableados aéreos que tanto daño hacen a nuestra imagen y Patrimonio. Fotos sí, muchas y con fútiles escusas, pero ideas de proyectos para defender y potenciar nuestros valores no me han llegado. Sí para despilfarrar y he escuchado que se va a redactar definitivamente el PGOU, que será dominante sobre el Plan Especial del Casco Histórico, justamente lo contrario de lo que debiera hacerse aquí. Como las veces anteriores, que tanto nos han costado, seguro que contratarán para ello a una “eminencia” desconocedora de nuestro pueblo y sus valores. Pero muy cercana a los “inversores”.
Realmente este equipo no es nuevo pues sus componentes, entre concejales y asesores, son los mismos que nos han gobernado estos años atrás antes del nefasto tripartito de los últimos y ya hicieron sonoras propuestas que a nada condujeron. También propusieron obras con presupuestos de más de seis cifras por las que habitualmente se muestra mucho interés, las de mantenimiento y conservación no aparecen jamás en los programas. Tengo poca consideración hacia los Sentados, cualquiera, siempre he creído que lo de vocación pública es una expresión manida y muy alejada de la realidad. Todavía no he conocido a quien me convenza de lo contrario, la prioritaria actuación pública del Sentado suele ser subirse el sueldo (los ejemplos son abundantes).
Ese interés por los presupuestos abultados ya se anunciaba con la campaña “Autovía ya” que ha movilizado a tanta gente mal informada y poco consecuente. Todavía me acuerdo de las manifestaciones en contra de una nueva carretera hasta San Pedro, los gritos de ecologistas y comparsas llegaron al cielo. Tiempo después, y no ha mucho, se empezó a hablar del nuevo trazado ferroviario que evitaría el paso por el casco urbano para conseguir que el proyectado Corredor Mediterráneo conectase Algeciras, también Ronda, con el resto del país mediante trenes de alta velocidad que nos vendrían de rechupete y que son muy “ecológicos y sostenibles”. Las protestas fueron multitudinarias, todavía hay eco.
Esos mismos e incluso más gritan de nuevo solicitando una autovía, que es la obra de comunicaciones más dañina para el espacio natural, sobre todo en paisajes de montaña pues necesitan gigantescos movimientos de tierras, túneles y viaductos. Hay que tener en cuenta que, entre unas cosas y otras, su ancho ronda los cien metros y el impacto ambiental, por muchos arbolitos que se prometan plantar para tapar el desaguisado, nunca desaparecerá.
En lugar de luchar seriamente por lo que es lógico y sensato, unas carreteras bien dimensionadas y trazadas, con la conservación adecuada, que serían muy fácilmente financiables y contarían con el aplauso general, pedimos una megaobra que el Estado jamás construirá, entreteniendo a todo el mundo y creando falsas expectativas. Al menos mientras Ronda siga siendo una ciudad patrimonial e histórica (lo que me temo será por poco tiempo).
En Ronda ninguna carretera alcanza un tráfico medio diario que llegue a los 7.000 vehículos. La Administración no empieza a pensar en autovías hasta que esa media supera los diez mil vehículos y no se lo toma en serio mientras no se alcancen los quince mil. No podemos seguir matando moscas a cañonazos así que no sigan creyendo las promesas de políticos sin conciencia ni prudencia.
El otro obrón, disparate urbanístico de magnitud inabarcable y atentado a nuestro Patrimonio que lamentarán por siempre nuestros nietos, es esa eufemística alternativa al paso por el Puente que propone una carretera de primera magnitud y para todo tipo de tráficos, desde peatonales a pesados, con centro de recepción de visitantes de tamaño neoyorquino incorporado.
Discurrirá al pie de las Murallas del Arrabal por el sureste de la población apuñalando mortalmente y con ensañamiento la única imagen intacta de nuestro recinto medieval que se mantiene. Tras continuos y sucesivos ataques a su integridad y belleza esta carretera culminará su destrucción.
Por eso hablaba de un contenido más amplio y profundo comentando el refrán de cabecera que también engloba este adagio: “No desnudemos a un Santo para vestir a otro”. Vamos, que para evitar los coches por el Puente y la calle Armiñán, algo muy positivo y de sencilla solución, destrozaremos toda la imagen de la Ciudad sin el menor remordimiento. Pero claro, tantas obras a realizar superarán las seis cifras. Objetivo logrado.
Lo he contado y argumentado tantas veces que me acusan de repetitivo, lo haré una vez más: la solución sencilla, práctica, muy barata, acorde con el entorno y respetuosa con nuestros valores, que permitirá el paso de vehículos ligeros y solucionará el problema (para vehículos pesados o de gran tamaño ya está la circunvalación) de los vecinos, solo hay que utilizar, mejorándolo, el camino tras la muralla y hacer uno nuevo por el otro lado del arroyo de Las Culebras aprovechando la vía pecuaria que por allí discurre aunque ahora no se vea. Caminos unidireccionales y discretos que permitirán a muchos rondeños que jamás la han visto descubrir esta magnífica imagen de Ronda y de buena parte sus monumentos. Como no soy de la cuerda de nuestros gobernantes de cualquier tiempo me volverán a tachar de obseso. Lo acepto.
En fin, no seguiré escribiendo en este medio de mi pueblo y sus políticos, me agota, y a la hora de la verdad, los rondeños pasan de todo y dejan que sean otros los que solucionen el problema, así nos va. Me he hecho mayor y estoy muy cansado de defender posibilidades sencillas y positivas que se rechazan públicamente con desvergüenza. Mi pasión por Ronda ha sido mi escudo pero todo tiene un límite y he alcanzado el mío. He dedicado buena parte de mi trabajo profesional a mi pueblo y, sinceramente, creo que no lo he hecho mal. También he proyectado algún que otro mamarracho, pido disculpas por ello.
Muchas de mis propuestas, la mayoría, han sido archivadas por nuestros sucesivos mandantes en el cajón sin fondo. Los independientes y críticos no tenemos futuro en este televisivo país donde la razón, la educación y el lenguaje son componentes a borrar. Lamentablemente también he visto, más veces de las soportables, cómo mis propuestas han sido convenientemente filtradas apareciendo firmadas por otros y llevadas adelante. Las más de las veces se las han apropiado barandas de los partidos locales para conseguir más medallitas. Allá ellos, que se apañen con sus conciencias.
En este punto me viene a la cabeza otro refrán no tan conocido: “Juntose el lobo a la oveja y le comió la pelleja”. Me encuentro en carne viva y es duro.
Para terminar haré una reflexión. Ronda fue una ciudad impresionante, atractiva, rica en valores y con una imagen única. Hoy ya no lo es. Ciertamente es muy fotogénica y sale siempre bastante bien. Pero claro las fotos solo se hacen de una parte ocultando el resto que deja mucho que desear. Cualquier persona, por fea o poco agraciada que sea, guarda siempre una foto al menos en la que salió bien. Si se enfoca una parte adornada y afeitada convenientemente, se oculta lo desagradable y se difumina (hoy pixela) lo feo, el resultado puede ser hermoso.
Por si alguien no lo sabe: Ronda es La Ciudad y Las Peñas, San Rafael y El Barrio, Padre Jesús y el Polígono. Los rascacielos y las casitas de Santa Cecilia. La calle La Bola y San Cristóbal. La Plaza de Toros y la feria antigua, el solar del Cuartel y la Iglesia Mayor, el Tajo y la Dehesa, la Alameda y la Cruz de San Jorge… La imagen completa es verdaderamente pobre, a pixelar, y así no se consigue ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
Como he confesado tantas veces e incluso publicado, estoy enamorado de Ronda, mi pueblo. Me quedé a trabajar aquí por eso y he intentado ayudar en todo lo posible a su mejora y prosperidad, siempre desde la total independencia y libertad de criterio. Esto último ha sido mi penar, los ocupantes del Sillón no admiten más que halagos, reverencias y sumisiones. Yo no sirvo para tal.
Como sigo y seguiré apasionado por mi pueblo cerraré con un piropo, deprimente pero piropo:
Ronda ¡qué hermosa fuiste!
Pedro Enrique Santos Buendía
PD.: El tripartito cerró el Puente con razones espurias. Llenó la Ciudad de señales innecesarias. Algunos del nuevo equipo hablaron hasta la extenuación de tales barbaridades. Hoy sigue la Ciudad llena de señales absurdas y denigrantes para el Patrimonio. La señal de zona residencial permite quitarlas casi todas, lo que resulta prácticamente gratis. ¿Han visto alguna foto de algún concejal en el momento de quitarlas? ¿Conocerán el código de circulación?
The All-seeying Eye
Por lo que te leo te pasa con Ronda y sus políticos lo mismo que a mí con el trabajo. Todo el día enfadado con alguien.
Es cansado , si. Agotador.
Aportar ideas, mejoras; intentar que se hagan las cosas bien cuando, además, hacerlas bien cuesta lo mismo o menos que hacerlas mal. Aguantar el pasotismo de algunos, la mediocridad (y no porque nos sintamos superiores, quizás perfeccionistas; eso sí). Sentir que ser proactivo se penaliza, que te ven el bicho raro por ser honesto/a y fiel a tus valores, es una faena. Porque aunque los recursos no nos pertenezcan, no los malgastamos y buscamos el mejor provecho de ellos para bienestar de, llámese empresa o ciudad.
Te digo lo que falta, honestidad y valores. Para mí esa es la clave. Y muy triste su ausencia.
Tener un «carguillo» y «chupar del bote», el fin de muchos. Y los políticos no tienen el convencimiento de servir al pueblo, sino a sí mismos. Igual en las empresas.
Una vez tuve un «cameo» en política. Allá por el año 95. ¡Qué ganas poder aportar ideas!.
Al poco tiempo me pusieron de Vicesecretario de Organización, es decir, mover a la gente para que acuda a los mítines (poco que ver conmigo, no por lo de organizar sino por la parte de «vender la moto». Si a la gente le interesa, irán; si no, se quedarán en casa. Eso pensaba. Pero vendía motos y se llenaban muchos eventos).
Lo mejor, y peor a la vez, fue el ser Presidente de una asociación juvenil. ¡Eso sí era interesante!.
Qué ilusión poder organizar actividades, eventos, charlas para que los más jóvenes (más que yo, que aún lo era, y mucho) tuvieran alternativas de ocio, cultura, educación, etc.
Comienzo del fin. Me pidieron presentar un proyecto para poder pedir una subvención para esta asociación sin ánimo de lucro (¿?). ¡Un reto!. Trabajé mucho una temporada, me reuní con otros colectivos y asociaciones, aporté muchas ideas y, finalmente, salió un proyecto de 10 que fue aprobado y consiguió la subvención.
Feliz en ese momento. Triste, cuando al preguntar cuándo empezaba a poner en marcha el proyecto, me dicen que el dinero va a las arcas del partido, pero para otros fines (puramente políticos).
Ahí acabo mi idilio con la política.
No hubiera sido yo si hubiese «pasado por ese aro». Fue una grandísima decepción y, a pesar de haberme gustado hacer cosas por los demás, ví claro en qué consistía la política ( o lo que a mi mente idealista y sana le pareció en ese momento), y que yo no quería formar parte de esa gran mentira.
Y no me arrepiento. A veces, sólo de no haberle echado cara y haberlo denunciado o haberme quejado ante mis compañeros. Porque entiendo que denunciable es. Simplemente, me fuí.
Y por otro lado, si hubiera más gente idealista (no con pájaros en la cabeza) y honesta en política, otro gallo cantaría.
Pero, como me dijo una vez un colaborador de la empresa, ¡Ay Fulano, hay quien se vende muy bien!. Y yo, por suerte o desgracia, no se hacerlo (ni estoy seguro de que lo quiera aprender, aunque me enfadaría menos).
Como en el trabajo ya soy yo un medio ogro o especie a estudiar, el leerte me ha hecho sentir más normal, gracias a Dios.
Es incómoda esta postura pero como le digo a mi madre y amigos: ¡es que no sé ser de otra forma!. Así que, supongo, me queda cabreo por muchos años.
Así que, sigue escribiendo, por favor, que seguro hay más «bichos raros» por «ahí».
El inconformismo, el querer hacer las cosas bien, la honestidad.. no creo que se puedan cambiar. Lo fácil es caer en lo populista, en quedar bien con todos, en vender humo, apropiarnos de ideas de otros y ponerles nuestra firma, extender la idea de que los inconformistas son los raros y equivocados pero mientras, eso sí, aplicarnos la ley del mínimo esfuerzo, la titulitis, los golpes de pecho y la foto de turno.
No me he podido resistir a contestar tu artículo. Dicen de la época de Franco ( que no viví), pero hoy en día, creo que la libertad de expresión tampoco existe. Vencer el miedo a decir lo que se piensa por miedo a ser excluídos social o laboralmente está muy presente; en caso contrario, pondría mi nombre.
La tolerancia, el repeto y la honestidad, siguen muy ausentes.