“Un Fósil viviente”
El magnolio es un árbol nativo del sureste de EEUU, se encuentra en la Serranía de Ronda cultivada como ornamental. Solo se considera que está asilvestrada en la isla de Gran Canaria.
Considerado un auténtico ‘fósil viviente’, tiene unas flores tan primitivas que cuando se desarrollaron todavía no existían las abejas, por lo que evolucionaron hacia una polinización por escarabajos. Según algunos estudios de fósiles, la aparición del magnolio blanco en la Tierra se remonta a algo más de 5 millones de años, aunque se han encontrado otras especies fosilizadas del mismo género, especie Magnolia acuminata, con 20 millones de años de antigüedad.
Es un árbol majestuoso, con follaje persistente que puede sobrepasar los 25 m de altura. La copa es amplia, densa y oscura; presenta ramas macizas y algo nudosas desde la base. El tronco es gris oscuro y casi liso al principio, posteriormente se vuelve rugoso y algo escamoso con los años. Tanto brotes como ramillas jóvenes están cubiertos por pelos lanosos pardo rojizos o blanquecinos que les dan un aspecto aterciopelado. Las hojas son simples, alternas, elípticas o inversamente ovadas, coriáceas y grandes, llegan a medir unos 15-25 cm de longitud por 6-9 cm de anchura. Son de margen entero y de color verde oscuro, muy brillantes y lampiñas por el haz, con el envés aterciopelado y son de color pardo rojizo. Muchos magnolios tienen cortezas y hojas muy aromáticas. Esta especie florece desde mediados de mayo a julio y sus flores, solitarias y dispersas por el ramaje, son grandes, blancas y vistosas, hasta de 25 cm de diámetro cuando están totalmente abiertas. Su perfume tiene un característico aroma a limón. Los frutos, con aspecto de piña, son un agregado de numerosos frutillos cubiertos de fino pelo que se agrupan en torno a una estructura leñosa. En la madurez, los frutillos se abren longitudinalmente y dejan salir unas semillas negras cubiertas por una carnosa capa rojiza anaranjada. Cada frutillo contiene una única semilla, a veces dos.
Este árbol crece de forma natural casi siempre en zonas forestales algo pantanosas, próximo a ríos y ciénagas o en bosques cercanos a la costa y de poca altitud. Es sensible a los fríos intensos y prolongados, pero también a la sequedad ambiental, prefiere lugares templado-cálidos. Resiste los suelos calcáreos, aunque crece mucho mejor en suelos de naturaleza algo ácida o neutra, profundos, frescos, bien drenados y con cierta abundancia de materia orgánica. Se desarrolla más fácilmente en una exposición no demasiado soleada y preferiblemente resguardado de vientos fuertes.
Este árbol es muy apreciado como ornamental por su elegante porte y por el aroma penetrante de sus llamativas flores. Habitualmente se planta en muchas fincas o jardines amplios, pues requiere mucho espacio para su crecimiento.
La madera, de color claro, es muy apreciada en su lugar de origen en ebanistería y construcción, e incluso para hacer cestos y cajones de embalaje. Sin embargo, su crecimiento relativamente lento hace que no sea muy apta para su explotación.
Esta especie se ha utilizado desde tiempo inmemorial como planta medicinal. De ella se han elaborado remedios para los problemas que afectan al aparato digestivo como los cólicos, el estrés, la ansiedad y las dolencias respiratorias, como la bronquitis o el asma. En México la infusión de flores, corteza y semillas se utiliza particularmente para remediar problemas cardíacos como las arritmias. También se emplea para calmar el dolor de pies. La esencia aromática de la flor de la magnolia es una fragancia cítrica y fresca que se utiliza en perfumes, cosméticos, jabones, velas o ambientadores. En estados sureños de EEUU, como Misisipi y Luisiana, es tan común que se ha convertido en su flor oficial.
El género está dedicado al médico y botánico francés Pierre Magnol (1638-1715), director del Jardín Botánico de Montpellier. El epíteto específico grandiflorus procede del latín y alusión a sus flores de grandes proporciones.
Bibliografía: http://www.arbolappcanarias.es