Las fotografías fueron obtenidas en un llano sin cobertura arbórea en el pinsapar de La Nava, en el Parque Natural Sierra de Las Nieves, sobre un tronco de pinsapo muerto y descortezado
La especie puede llegar a alcanzar los 60 mm de longitud de cabeza y cuerpo. Cabeza es algo deprimida. La parte dorsal del cuerpo es gris oliváceo o de color verde con pequeñas manchas negras o reticulado. Tiene una banda lateral oscura más o menos definida, bordeada por encima con una banda blanca o una serie de puntos blancos. Parte superior de la cabeza con manchas negras. Vientre blanco o naranja pálido, con algunas manchas negras en las ventrales externas. Garganta con pequeñas manchas negras.
Es abundante y no está protegida, aunque, como todos los reptiles, ha experimentado un descenso notable en el número de poblaciones.
La especie se distribuye por la zona de Andalucía occidental y el norte de África.
En Doñana la lagartija andaluza ocupa las construcciones. Posiblemente sea donde más se conoce respecto a sus costumbres y ecología. En la provincia de Cádiz se encuentra en zonas con escasa humedad, temperaturas máximas con una media de 24ºC y temperaturas mínimas con una media de 10ºC.
Sobre su comportamiento alimenticio apenas hay datos en la Península. En Marruecos se han realizado estudios que demuestran que su dieta se compone de homópteros, coleópteros, dípteros, arañas, himenópteros, ácaros, quilópodos, ortópteros, heterópteros, lepidópteros, hormigas y larvas diversas.
La puesta consta de dos a cuatro huevos que miden unos 11 x 6 mm. Se han observado hembras con huevos para poner entre finales de marzo y mediados de junio.
Es depredada por las culebras y víboras. Es muy frecuente que los individuos regeren la cola, tanto es así que en un estudio realizado se ha observado que el 60% de los 20 individuos muestreados tenían la cola regenerada. Ese proceso se denomina Autotomía Caudal. Se define como la capacidad para desprenderse de una parte del cuerpo de forma voluntaria. Se trata de un mecanismo de defensa que no es exclusivo de estos pequeños reptiles. En el caso de las lagartijas, cuando son agarradas por la cola por un depredador, algunas especies se deshacen de un fragmento mediante una contracción muscular, este trozo desprendido tiene contracciones musculares espasmódicas durante un breve lapso de tiempo. El objetivo es distraer al depredador, permitiendo a la lagartija escapar. De ahí procede el dicho popular ‘te mueves más que un rabo de lagartija’. Este apéndice posee además una estructura que hace que la pérdida de sangre y masa muscular sean mínimas cuando se produce la autotomía caudal.
Este asombroso mecanismo les otorga una ventaja inmediata de supervivencia. Sin embargo, la pérdida de la cola tiene también costes para el individuo, que tendrá más dificultades para desplazarse y correr, por lo que estará más expuesto a los depredadores. Para compensar la vulnerabilidad, las lagartijas que han perdido un fragmento de cola están más ocultas mientras la regeneran.
Al margen de cuáles sean las ventajas y los costes, desde el punto de vista biológico la capacidad de regeneración de estos reptiles es muy interesante. El proceso se inicia cuando, una vez perdida la cola, hay una migración de células epiteliales alrededor de la herida para formar un capuchón epidérmico, en el que se forma una estructura cónica. Una vez puesto en marcha el proceso, el ejemplar puede tardar varias semanas o incluso meses en desarrollar su nuevo apéndice, que será funcionalmente igual al anterior, pero de menor longitud. La cola va creciendo poco a poco y pasadas una o dos semanas está ya disponible, aunque será todavía muy corta y su papel locomotor estará reducido. Los científicos han observado que el diseño y la estructura de la cola son diferentes entre el desarrollo embrionario y el proceso de regeneración. Por ejemplo, la columna vertebral no se formará y en su lugar aparecerá una estructura cartilaginosa.
Es un proceso genético muy complejo, en la actualidad se están llevando a cabo investigaciones para comprender este mecanismo por si pudiera usarse en la regeneración de apéndices humanos amputados traumáticamente. La investigación con células madre está logrando la regeneración de tejidos, pero todavía parece lejana la posibilidad de regenerar estructuras complejas como las extremidades.
Las salamandras son capaces de este prodigio. Y no sólo estos reptiles, también en más de 200 especies de invertebrados como cefalópodos, arañas, insectos, crustáceos y estrellas de mar se pueden regenerar antenas, patas u otros órganos.
Bibliografía: http://www.vertebradosibericos.org; https://blogs.20minutos.es