Pequeños arbustos que producen frutos muy utilizados en la cocina. Su sabor es intenso, ligeramente amargo. Pertenecen a la familia Capparidaceae.
Las alcaparras son unas plantas que crecen hasta el metro y medio de altura, son originarias del Sur de Europa. Tienen hojas pequeñas y unas flores grandes y muy hermosas. Esta planta es de muy fácil cultivo y mantenimiento, pudiéndose tener tanto en maceta como en el huerto. Las hojas son simples y pecioladas, en cuya base aparecen un par de ”ganchos” espinosos llamados técnicamente estípulas. Se comportan como perennes, es decir, que en vez de caer en otoño, lo van haciendo a lo largo de todo el año al mismo tiempo que les salen de nuevas.
Las flores se abren en primavera, en las axilas de las hojas. Pueden alcanzar los 10 cm. de diámetro, con dos pétalos de color blanco, cuatro sépalos verdosos y estambres de color violáceo. Los capullos florales, conocidos como alcaparras, se recolectan para consumo; así como los frutos, conocidos como alcaparrones, que terminarán de madurar hacia finales del verano o comienzos del otoño.
Las alcaparras son unas plantas muy agradecidas que pueden crecer en climas donde la pluviometría es escasa, son muy resistentes a la sequía. En cultivo se transforman en una hermosa planta que produce una gran cantidad tanto de capullos florales como de frutos. Necesitan sol directo, en semisombra no podrían crecer bien. Las alcaparras pueden desarrollarse sin problema en todo tipo de suelo, incluso en los calcáreos.
Por otra parte, si vas a a tenerla en maceta, es recomendable usar turba negra mezclada con perlita a partes iguales. El riego tiene que ser de forma regular, 3-4 veces por semana en verano y cada 6 días el resto del año. Es importante evitar que el suelo o el sustrato quede encharcado. Tampoco necesita mucho abono, se puede hacer con cualquier abono orgánico o bien humus si está en el suelo. Es conveniente recortar sus ramas y quitar aquellas que se vean débiles o enfermas.
En aquellas partes de la comarca donde la temperatura durante el invierno baja de los -2ºC, se deben de proteger del frío y de las heladas. A causa del cambio climático y el aumento de las temperaturas, la alcaparra ha pasado a ser una planta que de estar ausente en la comarca por el frío, cada vez se observan más ejemplares tanto cultivados como silvestres. Se pueden proteger por ejemplo, envolviéndolas con plástico o introduciéndolas dentro del hogar si las tenemos en macetas.
Las alcaparras son muy resistentes a las plagas y a las enfermedades, pero puede verse afectada por hongos si se las riega en exceso.
Estas son unas plantas que se reproducen por semillas o por esquejes. Para sembrar alcaparras lo primero que tenemos que hacer es, adquirir las semillas, en primavera. Los frutos maduran a finales del verano/comienzos de otoño, pero durante esa estación no es recomendable sembrar, es mejor esperar a que las temperaturas temperaturas se mantengan por encima de los 15ºC, podremos sembrarlas de la siguiente manera: Introduciremos las semillas en un vaso con agua durante 24 horas, para que el embrión que se encuentra en sus interior ”despierte”, al día siguiente, rellenaremos una maceta con sustrato universal para plantas mezclada con un 20% de perlita, y lo regaremos bien, y colocaremos un máximo de dos semillas por maceta, por último las cubrimos con un poco de sustrato (el mínimo para que no se vean a simple vista). Volvemos a regar. Hay que mantener el sustrato siempre ligeramente húmedo, así nuestras alcaparras no tardarán más que dos-tres semanas en germinar.
Se pueden reproducir por medio de esquejes semileñosos que se deben de obtener a inicios de verano. Para ello, hay que: Cortar tallos de 20-30 cm. Humedecer la base con agua e impregnarlos con hormonas de enraizamiento en polvo. Rellenar una maceta con turba negra mezclada con perlita a partes iguales, y regar. Hacer un agujero en el centro en la maceta (uno por cada tallo). Plantar los tallos.
Los esquejes brotarán muy pronto, en el transcurso de 1 mes, manteniendo el sustrato húmedo.
Las alcaparras se usan sobretodo en la cocina, para preparar salsas, mahonesas, ensaladas… Y es que, son muy productivas: una sola planta puede producir hasta 3kg de capullos florales que podrás usar para preparar deliciosos platos. Medicinalmente son diuréticas, vasoconstrictoras, antihemorroidales y tónicas.
Bibliografía: https://www.jardineriaon.com