Gaucín, es ya una cita obligada en el calendario de los festivales flamencos del verano malagueño. A su natural encanto une una larga historia de viajeros románticos y visitas de importantes artistas del flamenco.
Y, desde que tenemos conocimiento de su historia escrita, ha albergado un rico sustrato folclórico pleno de matices musicales que con el correr de los años ha dado lugar a formas preflamencas de singular importancia. Sírvanos de ejemplo el fandango bailable conocido como “Fandango de Gaucín”, cuyas características, aún estando en la línea musical del fandango verdial, lo hacen distinto en su concepto estético e instrumental.
Un año más, El Festival Flamenco del ‘Corcho Valle del Genal’, que acaba de cumplir veinte años, tomaba la Plaza del Santo Niño el último sábado de julio, como manda la tradición. Esta hermosa y acogedora Plaza de Gaucín y calles adyacentes del pueblo se llenaron de un alegre ambiente de fiesta.
Perfume del Genal mezclado con el mejor cante
Era muy atractivo y equilibrado el cartel del Festival que este año ofrecía el Ayuntamiento para celebrar el cumpleaños. La cálida noche, embriagada por el perfume que emerge del Valle del Genal, un sonido no siempre excelente y unas luces apropiadas invitaban a gozar del arte flamenco. El público escuchó y vio con pasión y con respeto cada una de las propuestas flamencas que hasta allí llegaron para componer un variado elenco que colmó las sensibilidades de los asistentes. Todo se mostró, pues, propicio para una noche de flamenco muy interesante; aunque luego tuvo de todo pues dispares eran las voces y las colores flamencos que se daban cita sobre el escenario del Festival, que forma parte de otros eventos veraniegos cual es la completa Semana Cultural ya celebrada.
Es éste un festival en el que la afición exige calidad, por cuanto su nivel de conocimiento y su sensibilidad no le permite quedarse en las afueras de los verdaderos secretos del cante, el baile y el toque flamencos. Y el éxito ha sido total, puesto que se han conseguido los objetivos propuestos desde su alumbramiento: hacer que el pueblo disfrutara del flamenco y conseguir que la calidad de artistas emergentes, como los protagonistas del precioso cartel de Paco Benítez, saliera a la luz y fuera recompensada con el reconocimiento general.
Tras las emocionadas y correctas palabras del Alcalde Pedro Godino a sus paisanos, subía al escenario Antonia Contreras, en compañía de su guitarrista habitual, Juan Ramón Caro. Salió valiente, cantando la caña, que ortodoxamente remató con el macho (soleá apolá), demostrando su gusto por los cantes clásicos dichos con conocimiento. Caro le echó una mano haciendo la segunda voz en los ayes canónicos de este estilo de cante flamenco. Y sin solución de continuidad, encaró las cantiñas. Y las interpretó correctamente, pero quizá unos palmeros le hubieran ayudado a redondear el cante dándole alegría y fuerza y más ritmo. Nos parecieron faltas de expresión.
Consumada especialista en los cantes de Málaga, muy sentida y gustosa fue la malagueña al estilo de La Trini –la que se conoce menos pero es de más difícil ejecución-, que remató recordando el cante de Juan Breva, al que también le hubiera ido bien unas palmitas. Luego de la milonga, que arrancó los emocionados aplausos del respetable, llegaron los fandangos, tan celebrados por la afición.
Antonia Contreras, cantó con profesionalidad y con honestidad, conocimiento y pasión, haciendo alarde de su calidad como cantaora y de una elegancia artística muy personal.
Y para terminar su buena actuación, se arrancó por seguiriyas, pero comprendimos pronto que en realidad era la entrada para un cante por zambra –“Cantando la Lola se va por los mares…”- que interpretaron a compás y a ritmo de bulerías lentas, preciosas y emocionantes.
José Enrique Morente Carbonell “Kiki Morente” y David Carmona en la guitarra, con la percusión de Juan Carmona, debutaba en esta plaza. La expectación era grande, el corazón en un puño, la boca seca por la emoción.
Fue David Carmona el que abrió el concierto con una pieza de su primer disco “Un sueño de locura” espectacular, electrizante, flamenco y fresco, pleno de técnica y pasión, para predisponer al respetable al goce de lo distinto. Porque diferente fue lo que gozamos y sentimos provocando nuestros sentidos. Limpieza, gusto, armonía, recorriendo el diapasón, ofreciendo un trémolo con marchamo personal, evolución musical sin romper el molde. Es su toque personal, interpretado con un alarde de técnica y de sabiduría musical sólo al alcance de muy pocos.
José Enrique Morente -Kiki Morente como así estaba anunciado en los papeles- sigue la escuela paterna al pie de la letra: él es su padre amorosa y conscientemente, se siente continuador, pero sin caer en la trágica trascendencia de lo imposible. Lo imita de manera natural, como si él estuviera a su lado y le fuera indicando el camino cariñosamente. Y canta como él cantaba. Y gesticula como el inolvidable maestro lo hacía. Y habla como lo hacía Enrique. Es él, pero es distinto. Y es tan libre y tan diferente como era aquel Morente genial que revolucionó el cante flamenco en la forma y en el fondo.
La caña y las bulerías
Y comenzó el recital con un cante por caña. Qué bien la cantó, cómo recordó las enseñanzas paternas y cuánto nos emocionamos. Pero, aquello no había hecho más que empezar. “Dejarme tornar, dejarme volver…”, bulerías lentas adornadas con un explosivo fandango del Albayzín –así se titula su primer disco en solitario-, dio paso a dos malagueñas, una al estilo de El Mellizo (“El carrito de la pena”, recordando a su padre) y otra al estilo de El Canario, las dos con el inconfundible sello de la casa, que completó con brillantez con un fandango de Lucena y unos verdiales.
Ya el público estaba entregado al talento del joven cantaor, pero él necesitaba cantar más, encontrarse con su pasado y sangrar cantando. Las seguiriyas, de corte personal, pero siempre inspiradas en los mejores maestros de dichos estilos, dejaron a las claras que, siguiendo la estela paterna, va camino de convertirse en un cantaor que, si la suerte le acompaña y sigue el camino correcto, será tan grande como su apellido.
El público no quería, pero él tenía que acabar el recital. Cantó por tientos, que derivaron en tangos de la tierra. El cante encadenado de estilos distintos, el compás y el ritmo. Kiki, David y Juan disfrutaban sobre el escenario, la complicidad era palpable. El éxito estaba asegurado. La noche había sido de las que se guardan en la memoria del corazón mucho tiempo. Y Kiki, con buen criterio, decide dejarla así. El triunfo del talento incuestionable del joven y sobresaliente cantaor lo catapulta a los mejores puestos de la gloria flamenca. Sin duda, la pareja Kiki Morente-David Carmona hizo olvidar lo anodino y lo ya visto en muchas ocasiones. Son dos artistas jóvenes llamando a las puertas del reconocimiento general y del éxito. Dos artistas que no deben perderse si tuvieran la ocasión.
Lucía Álvarez “La Piñona”, que llegaba de Jimena de la Frontera, su pueblo, venía con muchas ganas, toda vez que el pasado año no pudo y todos nos quedamos con las ganas de verla. Pero se desquitó con creces, bailando por seguiriyas –de rojo pasión, elegante y trágica- en las que el cante de Yonni Cortés y Pepe de Pura, y la guitarra de Fran Vinuesa estuvieron a gran nivel. En la transición cantaron por cantiñas y el público respondió con agradecidos aplausos.
Pero más nos gustó cuando bailó por soleá, despacio, elevando sus brazos hasta alcanzar la luna roja, situándose en el proscenio con la elegancia de lo exquisito, de lo intransferible y único. Es una artista, una bailaora de sutil plasticidad, a la que a veces le cuesta conectar pero acaba siempre encandilando al público. Sobre todo cuando su aparente frágil figura se eleva y se vuelve grande y esplendente.
Tanto el Alcalde, Pedro Godino, como el Concejal de Cultura, Miguel Calvente, se mostraban muy contentos por esta nueva propuesta que había resultado un éxito. Algo que corroboraban Francis Prieto y Paco Benítez –como se ha dicho, autor del hermoso cartel de la edición de 2018-, artistas locales colaboradores habituales del Festival cuya opinión siempre es tenida en cuenta y cabe destacar. Los muchos aficionados allí concentrados, los del pueblo y los venidos de otros lugares flamencos como desde la vecina Peña Flamenca de Ronda, alababan el Festival, que ya forma parte de la historia de Gaucín, y es celebrado dentro y fuera de España. Un acierto completo de las autoridades y organizadores llamado a cumplir por lo menos otros veinte años.
Ficha del espectáculo
Lugar, fecha y hora: Plaza del Santo Niño, 28 de julio, 22:30 horas. Aforo: Lleno. Cante: Antonia Contreras, Kiki Morente, Yonni Cortés y Pepe de Pura. Baile: Lucía Álvarez “La Piñona”. Guitarristas de acompañamiento: David Carmona, Juan Ramón Caro, Fran Vinuesa. Palmas: Yonni Cortés y Pepe de Pura. Pintura original del cartel: Paco Benítez. Patrocina: Ayuntamiento de Gaucín. Colabora: Diputación de Málaga.