El espejo sirve especialmente para mirarse y por consiguiente verse a sí mismo, pero tiene igualmente un problema, y es que es muy subjetivo, tiene mucho del cristal con el que cada cual se mira.
Hoy cuando me he levantado me he visto la cara un poco asimétrica, desenfadada algo distinta a la del resto de mis días, en lenguaje coloquial solemos decir que me he visto la cara desencajada, no por ello me encuentro mal figurado aunque la estampa de mi cara se salga de los patrones de la estética en la que interviene la simetría como valor.
Mi ego me ha ayudado a encajar mi cara, mi conciencia se regula por mis propios intereses, no estoy tan mal para salir a la calle, argumentan y concluyen aquellos que se ponen el traje para afrontar la jornada e ir al trabajo, el que trabaje, porque ya no hay tanta gente que lo haga.
La simetría es sinónimo de proporción, armonía, ritmo y equilibrio, adjetivos relacionados con propiedades que tienen las cosas que nos las hacen atractivas, infundiendo en nosotros deleite espiritual.
No por asimétrico algo, en este caso mi cara, tiene que ser rechazada sino que en el mundo natural, a diferencia del creado por el ser humano, la asimetría actúa como un sistema de alerta rápida que reclama nuestra atención, aunque tenga sus utilidades, también da mucha vida a los depredadores. Los conejos blancos y negros no existen en el campo porque su color resalta y rompen la homogeneidad en el paisaje, los depredadores se encargan del resto. La discreción y normalidad como forma de vida a la hora de hablar y mostrarse, proporciona notorias utilidades a los que se la han labrado con estudio y esfuerzo, porque no hay otro modo. En la selección natural de las especies no solamente física sino ideológicamente, el camuflaje como antónimo de alerta es fundamental para el que quiera mantener a salvo su pellejo. Hacerse ver sirve para eso, para que te vean y camuflarse es justamente lo contrario.
Estamos rodeados de mucha gente por doquier y mucha luz de todos los colores aunque solo vemos los rayos blancos de la luz solar que nos alumbra, que por cierto, el blanco es la suma de todos los colores y las capacidades que cada cual tenga para ver las cosas de un color u otro le hará ver más o menos e igualmente ser visto o no visto. Los hombres y la mujeres, claramente tienen distinta forma de ver el mundo que le rodea. La mayoría de las conclusiones al respecto concuerdan en que las diferencias de percepción visual entre sexos son producto del desarrollo de las habilidades específicas necesarias para cada especialización a lo largo de la evolución de las especies. Así, los hombres destacan en la percepción de los movimientos rápidos y discriminación de distancias (cazador), y las mujeres son mejores en la diferenciación de los matices de los colores (recolector).
Se concluye, que hay caras, rasgos y adornos que conforman el perfil de la gente y en este sentido no es que existan perfiles buenos o malos, sino que apropiados o no para un determinado empleo, cargo o destino siempre con una idea de hacerse hueco y labrarse futuro, inalcanzable para los débiles, desconocido para los temerosos y como siempre una oportunidad para los valientes.