La idea de construir una presa en la zona de Hundidero surge en los primeros años del siglo XX. Unos geólogos, como Gavala, están a favor y otros como el portugués Fleury, en contra.
La empresa Sevillana de Electricidad decide emprender la dificultosa tarea, para ello contrata una firma sueca, Sociedad Anónima Sueca de Sondeos en Diamante, con grandes dificultades comienzan los proyectos en 1922, se construyen carreteras, se preparan los terrenos, se contrata técnicos y obreros desde enero de 1.923. El día 12 de octubre de ese año comienza el levantamiento del muro de hormigón de la presa. Los trabajos se hacían durante 24 horas al día, 7 días a la semana en tres turnos de trabajo, de seis de la mañana a dos de la tarde, de 2 a 10 de la noche y de esa hora a seis de la mañana, las grandes dificultades del terreno y diferentes problemas laborales retrasan y encarecen la construcción. En el aspecto social y laboral fue verdaderamente revolucionario, todos los obreros trabajaban en turnos rigurosos de 8 horas, con contrato. El 26 de marzo de 1.924 se termina el muro de la presa.
El gran problema del embalse es que la roca caliza sobre la que está construido presenta gran cantidad de grietas que ocasionan la pérdida del agua almacenada, bien pronto se manifestó la inutilidad del embalse, se trató de tapar las fisuras con cemento y asfalto, hasta se intentó impermeabilizar el fondo del embalse con arcilla, nada se consiguió sino gastar más dinero en una obra que ya era faraónica en sus planteamientos. La solución de taponar las surgencias de agua en el interior de la Cueva de Hundidero Gato tan solo permitieron abrir una comunicación entre ambas bocas de la cueva que se completó en septiembre de 1.929. Los intentos de impermeabilización continúan de forma intermitente durante los años siguientes, la llegada de la Guerra Civil marca el fin de la ilusión de retener el agua en el Embalse.
A pesar de ello, los naturales de la zona aún dicen que la construcción del Embalse de Montejaque fue muy positiva “porque dio muchos jornales”. Muy propio del espíritu serrano.