… me lamento.
Me lamento, porque unos politiquillos Sentados utilizan este monumento que nos representa –nuestra imagen mundial, icono de nuestra ciudad- como excusa para discriminar a sus administrados, crear injustificadas tensiones y fastidiarnos a todos. Por puro capricho, ¿o hay razón?
¡Es un lamentable espectáculo! Ahora y antes, desde que empezamos a “elegir” a los “mejores” para representarnos en el gobierno local. Fotos, notas de prensa, alabanzas y comilonas celebran las inauguraciones tras muy costosas inversiones. Medallas en pechos autosatisfechos inducen la envidia de los opuestos y aspirantes.
Pasados los fastos quedan el abandono y la ruina. Provocados por la inutilidad, molicie, partidismo, mezquindad, prepotencia, ausencia de ideas, incapacidad de gestión y cortita visión de futuro de personajes que jamás rinden cuentas. El descuido y desdoro de monumentos y espacios protegidos están asociados a la insensibilidad, catetería, analfabetismo histórico y cultural de esos mismos próceres de la nadería.
Y me lamento.
Me lamento por el Centro del Mueble, criatura de mi trabajo que tullido y vacío vive el olvido de esos mismos engreídos que usan el sillón del cargo solo para ser Sentados. Por este y por tantos otros, algunos también diseños míos, en similar o parecido estado. Y mientras tanto, las locas inversiones no concluyen. Otros contenedores que nada contienen o solo son excusa para favorecer a amigos, familia y agradaores florecen sin cesar. Bibliotecas sin libros, bodegas sin vino, centros que son bordes, bordes… Mejor lo dejo. Me duele mi pueblo, lo llevo muy dentro. Y por eso me lamento.
Necesito un descanso. A fin de cuentas iba a hablar de dónde aparcar los coches, de dónde estacionarlos para que descansen. Así que me he tomado la libertad de retorcer el hilo y permitirme este desahogo. Hago un inciso para homenajear a mi Puente, cuyo corte fue la escusa inicial de estos rollos semanales en los que me he metido, exponiéndome a críticas, a veces insultantes, y a halagos de tantos amantes de Ronda que, también, la sienten muy dentro.
He roto mi relajada intimidad en campo rondeño y abierto mis pensamientos a pública lectura. Ojalá sirva para algo aunque no soy optimista. Vivimos una vida pública muy triste, penosa, más bien, ya que hemos delegado la dirección institucional, en profesionales de la política, no en amateurs o desinteresados filántropos enamorados de lo público; en partidos jerárquicos de ciega militancia y asentimiento continuo, donde la crítica interna no se admite, sino que es pisoteada. La política en España es un negocio, el mejor camino a la prosperidad sin necesidad de preparación ni esfuerzo, la solución rápida de la economía doméstica para quien consigue Sentarse. Así nos va.
Ahora, no me tachen de atrevido por haberle hecho unos versitos al Puente, que es lo mismo que decir a Ronda. No es lo mío, pero hoy estoy melancólico, tal vez romántico, y participo de la visión que aquellos viajeros impertinentes tuvieron.
¡Ay, puente! Mi pontezuelo
tan fuerte y gigantón.
Mi puentecito nuevo,
tus piedras mi piedra son.
Del Guadalevín te alzas
buscando cielo y sol,
agarrado a mis entrañas
derrochas arte y vigor.
Para salvar río tan chico
qué gran puente apareció,
pasados más de dos siglos
sigues tan recio, vive Dios.
El río cavó el precipicio,
un abismo aterrador.
Por tu lomo andan mis hijos,
rondeños de mi corazón.
Tres ojos abres al viento,
el cuarto se da un chapuzón,
otro chiquito y discreto
a la acequia hace un favor.
En el mundo eres mi imagen,
Siempre juntos vamos los dos.
Admirado y admirable,
sin ti nada sería yo.
Ya desahogado, voy a buscar aparcamiento.
Pero eso será otro día.
Pablo
Tres artículos y a más de uno se le esta revolviendo el estomago, no pares, a ver si al menos cuando piensen algo nuevo se les pasa por la cabeza la opinión de un Rondeño.
Paco Vidal
Hasta la poesía aflora al corazón de las personas, cuando la razón las asistes.