En 1978 Benito Valdés describía la nueva especie, Merendera androcymbioides con ejemplares de la Serranía de Ronda, concretamente decía que el material para la descripción de la nueva especie había sido encontrado en “las cercanías de Ronda”. Desde entonces las citas en la Serranía de Ronda son escasas por no decir casi nulas.
Existen muy pocas referencias de la presencia de esta interesante especie, así Manuel Becerra Parra localizó la planta en el Puerto de Quejigales en 2006. Posteriormente, J. L. Mangana, vuelve a encontrar esta vez en forma de una pequeña población no lejos del Picurucho de Pompeyo, en el Parque Natural Sierra de Las Nieves. Cuando Juan Ríos Pimentel, botánico aficionado pero no por ello menos riguroso que cualquier científico titulado, me comunicó que haciendo una ruta por Sierra Hidalga había localizado ejemplares a últimos de diciembre de 2014 de esta rara especie, me apresuré a hacerle compromiso de volver a buscarlos.
El día 6 de enero de 2015, acompañados de Gonzalo Astete, otro buen naturalista de la Serranía, hicimos un recorrido para intentar ver esta joya botánica. Localizamos primero un ejemplar suelto a 1.015 metros de altitud sobre el nivel del mar y más tarde a más altura, 1.214 metros, una población bastante abundante (quizás entre 70 a 100 ejemplares) en una ladera con fuerte pendiente orientada al sur-sureste, sobre arcillas procedentes de descomposición de calizas, mucha piedra suelta y vegetación tipo matorral. También dentro del Parque Natural Sierra de Las Nieves.
A pesar de nuestros esfuerzos a lo largo de los años trascurridos ha sido imposible localizar nuevos ejemplares. Sin duda el corto periodo de floración, apenas una semana y la variabilidad del momento de aparición de dicha floración ha influido en el poco éxito de nuestras búsquedas. Siempre aparece en terrenos fuertemente erosionados, con poca presencia de árboles, con matorral, zonas calizas, muy pedregosas, dominio de encinares.
El uno de febrero de 2018, Gonzalo Astete Martín y Gonzalo Astete Sanchez han localizado una importante población en número de ejemplares cerca de Ronda. De esa población proceden las fotografías que amablemente me han cedido para esta entrada del blog.
Valdés designó el epíteto “androcymbioides” en alusión al parecido con Androcymbium : (…las poblaciones de la Serranía de Ronda deban considerarse como especie independiente. Por ello se describe aquí como Merendera androcymbioides, que alude al aspecto de Androcymbium que tienen los ejemplares sin flores de esta especie.) Resulta evidente el parecido morfológico de muchas plantas aún estando alejadas taxonómicamente, conocido es de sobra el fenómeno de la convergencia adaptativa por el cual especies alejadas adquieren similares adaptaciones.
Aunque pertenecen a la misma familia, Colchicaceas, las posibilidades de observarlas creciendo juntas serían nulas . Actualmente presentan diferente hábitat y área de distribución. Mientras que Androcymbium gramineum se cría preferentemente en terrenos costeros almerienses y norteafricano entre 0 y 200 m, la Merendera androcymbioides es un endemismo del sur peninsular que crece en pastizales y matorrales basófilos de montaña entre los 600 y los 1600 m de algunas Sierras Béticas del interior andaluz. Presentan diferencias morfológicas apreciables, flores, porte, fenología…
Pero ambas son ejemplos de geófitos, esas plantas que hacen frente a las condiciones ambientales más adversas con órganos de reserva y resistencia subterráneos. Un biotipo con éxito en la región Mediterránea que ha colonizado medios tan diferentes como pueden ser las frías praderas de montaña o los cálidos arenales costeros.
Las dos son de temprana floración en su medio: Androcymbium comienza su ciclo floreciendo de noviembre a Febrero, aprovechando esa humedad y escasas precipitaciones invernales de la árida costa almeriense; mientras que la Merendera única en su género de floración primaveral, comienza su desarrollo en Febrero con el suelo aún saturado y tras el deshielo de las primeras nieves. Pero los ejemplares localizados en la Sierra Hidalga habían florecido a finales de diciembre y conservaban sus flores el día 6 de enero de 2015.
En un hábitat o en otro estos geófitos con frecuencia crecen en llamativos grupos y destacan al ser las primeras en emerger sus bellas formas, flores blanquecinas que contrastan con el verde de sus hojas, bien sea sobre la arena, la arcilla o la nieve.
Bibliografía: www.mirandoplantas.com; institucional.us.es/revistas/lagascalia/