En ese sentido, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas del inglés de «National Aeronautics and Space Aministration», anunció oficialmente hace pocos días el lanzamiento en el próximo año 2018, de una sonda que se acercará a nuestra estrella (el Sol) más que ningún otro objeto fabricado por el ser humano, hasta ahora.
Es un proyecto sin precedentes tonto en los objetivos a explorar, sino en la tecnología a utilizar, que pondrá a prueba los resistentes materiales que tendrán que ser fabricados para resistir temperaturas y radiaciones tan extremas como se prevén. O tal vez más duras de lo que los propios científicos puedan llegar a imaginar, en un ambiente muy, muy hostil.
Detalles y objetivos de la misión
Está previsto que la nave se acerque hasta unos 6 millones de kilómetros de la superficie solar. Y no es ésta precisamente la zona más peligrosa de la parte visible o externa del Sol, pues la temperatura en lo que podemos interpretar como superficie del «astro rey» es de «sólo» alrededor de 6.000 grados centígrados, comparados con los más de 2.000.000 de grados en la corona.
Y es ahí donde pueden haber sorpresas, pues si bien hasta hace poco se suponía que la corona solar se extendía hasta 2 millones de kilómetros de su superficie, ahora se especula en que podría llegar hasta los 8 millones, con lo cual la futura sonda se vería totalmente inmersa en ese infierno de temperaturas, radiaciones y viento solar que, si bien es lo que se trata de estudiar, veremos si los materiales e instrumentos de medida y comunicación son capaces de resistir.
Hay que tener en cuenta que hasta ahora lo más que un objeto artificial se ha acercado al Sol, ha sido protagonizado por las sondas espaciales Helios-1 y Helios-2, construidas y operadas por cooperación de la Republica Federal Alemana y Estados Unidos, a mitad de la década de los 70 del siglo pasado. Ostentando el récord la segunda de las naves, que alcanzó los 43 millones de kilómetros del Sol, el año 1976. Estos dos artefactos artificiales han sido además los dos únicos objetos construidos por el hombre, que ha sobrepasado la órbita del planeta Mercurio, que se encuentra a unos 58 millones de kilómetros de nuestro astro central.
Ahora, esta nueva misión de la NASA, quiere batir el record de su antecesora, acercándose unas 7 veces más que aquella a la estrella más cercana a nosotros (es decir, al Sol), y unas 9 veces más que Mercurio.
Antecedentes y otros datos
El proyecto de esta sonda solar estaba siendo objeto de estudio desde hace tiempo, y su nombre original es «Solar Probe Plus» (lo más de una sonda solar). Pero recientemente se ha renombrado con un segundo apelativo («Perker Solar Probe»), en honor del astrofísico solar norteamericano Eugene Perker, primer científico en vaticinar la corona, las radiaciones, el campo magnético y el viento supersónico solares, a mediados del siglo pasado. Eminencia que, precisamente, ha cumplido 90 años el pasado día 10 de junio. Siendo la primera vez que esta agencia bautiza una misión espacial con el nombre de un científico vivo.
La nave, como ya hemos comentado, será fabricada con los materiales tecnológicamente más resistentes a las temperaturas extremas que se suponen tendrá que soportar. Principalmente en la parte más expuesta: un escudo protector que preservará lo más posible el resto de mecanismos más sensibles y vitales de la misión.
Su lanzamiento está previsto entre los días 31 de julio y 18 de agosto del próximo año 2018, y se efectuará mediante un cohete propulsor, como cualquier otra nave espacial, paro esta vez dirigida hacia el interior de nuestro Sistema Solar. Exactamente hacia el planeta Venus, el cual la impulsará mediante su fuerza gravitatoria, hacia una órbita en espiral alrededor del Sol, al cual se irá acercando paulatina y peligrosamente durante 6 años, para observar de cerca esa zona de nuestra estrella sólo visible desde la Tierra, durante los eclipses solares.
La energía necesaria para el funcionamiento del instrumental de a bordo, la obtendrá del propio Sol, mediante paneles solares si bien, cuando se encuentre demasiado cerca de éste, dichos paneles serán ocultados tras el mencionado escudo protector, para evitar que literalmente se quemen.
Objetivos a estudiar
Los campos a estudiar por esta sonda son muy amplios y ambiciosos, pero centrados fundamentalmente en el análisis de los parámetros que hemos comentado anteriormente, es decir, la temperatura, radiaciones, campo magnético y viento solares, que constituyen lo que podríamos denominar atmósfera solar y clima interplanetarios, tan importante, y al mismo tiempo peligroso, para nuestro planeta Tierra, sobre el cual actúa poderosamente, y es objeto de atención cada vez mayor por parte de gobiernos, organismos e instituciones internacionales, por la peligrosidad que las perturbaciones solares pueden acarrear sobre sistemas vitales de nuestra vida cotidiana.
Además, es la única posibilidad que, aunque compleja, tenemos en la actualidad de estudiar de cerca una estrella. Y ello es muy importante para comprender muchas más cosas de nuestra Galaxia, y del Cosmos en general. Tengamos en cuenta que un estudio similar de otra estrella nos llevaría cientos o miles de años a velocidades prácticamente inimaginables, para alcanzar el objetivo. Y luego, varias unidades o decenas de años, en recibir la información que nos fuera remitida desde allí, a la velocidad de la luz.
Es pues este proyecto de la Parker Solar Probe, una misión muy ambiciosa y arriesgada, pero tal vez posible. Y aunque no se cumplan al 100 por ciento todos sus objetivos, seguro que de él obtendrá la humanidad unos réditos incalculables.