El equinoccio es cada uno de los dos puntos en los que el camino aparente anual del Sol intercepta al ecuador celeste, lo que ocurre alrededor del 21 de marzo (equinoccio vernal o de primavera) y del 23 de septiembre (equinoccio otoñal). Este evento astronómico y las fases lunares marcan la fecha de la Semana Santa. La Pascua es la celebración más importante en el calendario eclesiástico cristiano, y fija las fechas de todas las demás festividades movibles del año litúrgico, celebrándose el domingo siguiente al primer plenilunio (luna llena) de la primavera. Pero, la fecha del citado plenilunio es variable y por lo tanto, también lo es la de la Pascua, que oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Esta movilidad en el calendario, es, por lo tanto, debido a los ciclos lunares y a la diferencia de días entre los meses de nuestro calendario y la lunación (periodo comprendido entre dos lunas nuevas). Pero, la variabilidad de las fecha de la Pascua aumenta al añadir otras reglas establecidas.
Las primeras comunidades cristianas celebraban la resurrección de Jesús en la misma fecha que la Pascua hebrea, que estaba relacionada con la primera luna llena de la primavera y por este motivo la celebración de la Resurrección podía darse en cualquier día de la semana. Pronto, la mayoría de las iglesias, incluyendo la de Roma, separaron su celebración haciendo que coincidiera con el domingo, pero determinadas Iglesias cristianas del Asia Menor no estaban de acuerdo. El Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino y celebrado en el año 325, determina las siguientes disposiciones, que son las que hoy sigue la Iglesia: la Pascua se celebra en domingo, que ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera), pero, si esta fecha cayese en domingo, se trasladará la Pascua al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía y se prohibía a los cristianos celebrar dos veces la Pascua en el mismo año. Tras el Concilio se estableció para el cálculo de la fecha el método utilizado por la Iglesia de Alejandría, que fijaba el equinoccio el 21 de marzo y usaba, para el cálculo de la edad de la Luna, un ciclo de 19 años ideado por Metón, astrónomo y matemático ateniense del siglo V a.C.
Pese a todo, fundamentalmente por motivos astronómicos, siguieron las diferencias en el cálculo de la Pascua entre Roma y Alejandría, hasta que en el año 532, Dionisio el Exiguo, canonista y cronologista que calculó el nacimiento de Cristo, aunque cometió un error de casi cinco años de retraso, convenció a los romanos de las ventajas del método alejandrino. En 1582, por iniciativa del Papa Gregorio XIII, se reformó el calendario juliano, que con el paso de los siglos había desajustado el equinoccio de primavera con respecto a la fecha establecida en el Concilio de Nicea. Las reglas que se establecieron para determinar la fecha de la Pascua fueron las siguientes: el comienzo de la primavera (21 de marzo); la “Letra Dominical”, que proporciona los días de la semana y las fechas en que caen los domingos y la “Epacta”, que es un número que representa la edad de la Luna el 1 de enero expresada en días enteros y que para los cálculos tomaron convencionalmente lunaciones de 29 y 30 días. Hay calculadas «Epactas» gregorianas y fechas de Pascua desde el año 1582 al año 3300, y están recogidas en un pequeño libro cuyo original se encuentra en Roma, denominado “Añejo”.
Los cálculos eclesiásticos para determinar la fecha de la Pascua pueden tener un ligero margen de error con los datos astronómicos reales, principalmente originado por la fijación del equinoccio vernal el 21 de marzo. Ese momento depende del movimiento de la Tierra alrededor del Sol y puede variar 54 horas en 400 años; por ello puede caer el 19, el 20 o el 21 de marzo. Otro problema está relacionado con la órbita lunar, que es muy compleja y su lunación es de media 29.53 días. En el Concilio de Nicea se obviaron las tablas de Ptolomeo -más perfectas- a favor del método de Metón para el cálculo de las fases lunares. Este es un ciclo de 19 años, o 235 lunaciones, al cabo del cual la luna llena vuelve a la misma fecha del año. Pero, puede tener diferencias de hasta 2 días entre la fase indicada y la astronómica.
Durante el Renacimiento se compilaron tablas para calcular la Pascua, algunas de ellas en función del Número Áureo que es un número irracional con propiedades interesantes al que se le atribuye importancia estética y mística. Entre los algoritmos que se desarrollaron posteriormente los más conocidos son: el de Butcher y el ideado por el astrónomo, físico y matemático alemán Carl F. Gauss que permite calcular la fecha de la Pascua mediante cinco operaciones aritméticas sencillas. Como curiosidad en el mundo del Arte hay obras relacionadas con la Pasión donde la Luna es un elemento del cuadro, como: La Oración en el Huerto (El Greco), Cristo hecho prisionero (Giuseppe Cesari) o Crucifixion y Cristo resucitado de Bramantino.