Infinito es el número de estrellas, que son soles como el nuestro. Los planetas son mundos como la Tierra y alrededor de las otras estrellas deben girar planetas que quizás, también como la Tierra, pueden estar habitados. (Giordano Bruno, siglo XVI).
El concepto de zona de habitabilidad (ZH) en los alrededores de una estrella, citado frecuentemente en la Astrobiología, se define como la región en la que un planeta (rocoso como la Tierra) podría residir manteniendo temperaturas que permitan la existencia de agua líquida y, por consiguiente, la posibilidad de albergar vida. Aunque esto es naturalmente una extrapolación de las condiciones de la vida en la Tierra y si se descubre la existencia de vida en ausencia de agua, habría que cambiar esta definición.
Fuera de dicha zona de habitabilidad, los valores térmicos resultarían demasiados altos o bajos para el agua líquida. Este concepto depende de la clase de estrella alrededor de la cual gira el planeta y la cantidad de energía que emite el astro. Pero el potencial energético de cada estrella varía con el tiempo, por consiguiente la ubicación de la ZH también cambia. A medida que la cantidad de energía despedida por una estrella aumenta con el transcurso de la vida estelar, la ZH irá desplazándose hacia el exterior. Para el desarrollo de la vida en un planeta es importante que la ZH se encuentre estable durante un periodo de tiempo bastante largo, como ha ocurrido con la zona de habitabilidad del Sistema Solar que es donde se encuentra ubicado nuestro planeta. Pero el tema de la ZH es un poco más complejo, porque la vida podría desarrollarse en los satélites planetarios que estén alejados de la ZH de una estrella, como ocurre con Europa, satélite de Júpiter, donde es probable que el agua líquida subterránea pueda fluir.
La zona de habitabilidad ha tomado gran relevancia en los últimos días, tras el extraordinario descubrimiento, anunciado por la NASA el pasado día 23, de un sistema de siete planetas del tamaño de la Tierra a unos 40 años luz de distancia. Todos los planetas fueron detectados cuando pasaban delante de su estrella, una enana roja (son las estrellas más abundantes y longevas del Universo) ultrafría, conocida como TRAPPIST-1 localizada en la constelación de Acuario. Los astrónomos observaron los cambios en la emisión de luz de la estrella causados por cada uno de los siete planetas que pasan delante de ella, un evento conocido como tránsito, y esto les permitió extraer información acerca de sus tamaños, composiciones y órbitas. La pequeña estrella TRAPPIST-1 es un poco más grande que Júpiter, tiene un 8% de la masa del Sol y su luminosidad es una diezmilésima de la de nuestra estrella.
Este histórico descubrimiento ha sido posible gracias a las observaciones realizadas a través del telescopio espacial Spitzer de la NASA, el Very Large Telescope (VLT), en Paranal (Chile), el telescopio TRAPPIST–Sur, instalado en el Observatorio La Silla (Chile) controlado a distancia desde Bélgica, así como otros telescopios del mundo como el William Herschel en La Palma, Islas Canarias. El investigador principal, Michael Gillon, del Instituto STAR en la Universidad de Lieja (Bélgica) expresó al anunciar el descubrimiento: «Se trata de un sistema planetario sorprendente, no sólo porque hayamos encontrado tantos planetas, ¡sino porque son todos asombrosamente similares en tamaño a la Tierra!».
Los nuevos planetas extrasolares han sido nombrados como TRAPPIST-1b, c, d, e, f, g y h, en orden creciente de distancia de su estrella. Potencialmente, los siete planetas descubiertos podrían, tener agua líquida en sus superficies, aunque sus distancias orbitales hacen que esto sea más probable en algunos de los candidatos que en otros. Los modelos climáticos sugieren que los planetas más interiores, TRAPPIST-1b, c y d, son probablemente demasiado calientes para albergar agua líquida, excepto tal vez en una pequeña fracción de sus superficies. La distancia orbital del planeta más externo del sistema, TRAPPIST-1h, no se ha confirmado, aunque es probable que sea demasiado distante y frío para albergar agua líquida. TRAPPIST-1e, f y g, sin embargo, representan el “santo grial” para los astrónomos cazadores de planetas, ya que orbitan en la ZH de la estrella y podrían albergar océanos de agua en sus superficies.
Este hallazgo, unido al del pasado verano cuando un grupo de astrónomos liderados por científicos españoles descubrió un planeta tipo Tierra en la ZH de la estrella Próxima Centauri a solo 4,2 años luz, abre una nueva era en la exploración del cosmos que se verá reforzada con la próxima generación de potentes telescopios terrestres y el lanzamiento, en 2018, del Telescopio Espacial James Webb cuyos objetivos prioritarios serán la búsqueda de agua, y pruebas de vida, en estos planetas y futuros mundos por descubrir similares a la Tierra.