A través de la experiencia, se conoce que ningún fenómeno surge sin causa “de por sí”, sino que lo engendran el desarrollo de otro episodio o casualidad anterior a dicho fenómeno. De la nada no surge nada. Todo fenómeno tiene su origen en lo que lo engendra, es precisamente la llamada “causa”. Lo que crea, produce o da vida a otro fenómeno y lo antecede en el tiempo recibe el nombre de causa y lo que surge bajo la acción de la causa se denomina efecto.
El materialismo exacerbado que vivimos viene causado por una suplantación de valores a la hora de encontrar la felicidad que es lo que todo individuo pretende. Como resulta que el dinero, aunque no lo arregle todo, si lo arregla casi todo o por lo menos muchas cosas, se ha llegado a confundir a éste con la felicidad pretendida. La búsqueda desenfrenada por más y más crea personas insatisfechas porque el dinero nunca es suficiente, y así lejos de enriquecer, simplemente empobrece a aquellos que buscan la felicidad con su acopio.
La felicidad no es otra cosa que la satisfacción de un deseo, cuando se alcanza lo deseado, se experimenta un bienestar que es solamente una sesación temporal de éste, en tanto no se active en nuestra mente la consecución de otra ambición. Cuando estamos en estado de deseo, todavía sin alcanzar el objeto, sufrimos porque el deseo es la expresión de una falta, una carencia y eso es doloroso. Es fácil deducir que la búsqueda de la felicidad, se puede convertir en una suma de dolencias que te apartan del fin pretendido.
No es fácil huir de los cánones que la familia y la sociedad nos han impuesto, siempre se ha dicho que somos lo que nos han enseñado y es fácil comprender que estamos en lo cierto por eso mismo, porque hay cosas que de mayor no entendemos precisamente porque de niño no nos lo han inculcado. Lo bueno de la educación no sólo es lo que te enseñan sino también lo malo que no te aprenden.
Los niños hacen lo que ven, eso dice la gente, y de mayores seguirán siendo los mismos unido a otras maldades que cada cual acopia según qué vida lleve; en definitiva, el hombre es lo que la educación hace de él y somos lo que nos han enseñado, éso, un proyecto impregnado de mucho materialismo.
Se oye en ocasiones que tal o cual persona se ha hecho así mismo, solo se quiere decir que su entorno no ha sido el apropiado para llegar a ser lo que es y ha tenido por tanto que quitarse de encima muchos despojos de los que le ha impregnado su entorno, especialmente la familia, si la tiene, tema muy difícil con el que hay que luchar porque el ritmo del cambio mental es muy laborioso, lento y difícil, casi imposible diría; a casi todo el mundo se le acaban sus días sin cambiar. Con la manera de ser y actuar intentamos alcanzar objetivos que pretendemos para una vida mejor, incluso el que se suicida, lo hace porque cree que es lo mejor.
Todos los pasos que damos lo hacemos para situarnos en una posición mejor de cara al futuro que nos queda por vivir, es como si nuestra vida discurriera en una sala de espera, como si el bienestar solamente se encontrara en el futuro, en su propia búsqueda, porque eso es la vida, la investigación constante para un futuro mejor.
Hacer planes mientras te suceden cosas, quizás sea una buena definición, eso sí, atrapados por nuestro pasado, por nuestra educación, en el espacio de nuestra memoria, en los rincones de nuestro silencio, de nuestra soledad sin que el olvido pueda desdibujar nunca los recuerdos que perduran aferrados a nosotros y nuestras vivencias, a nuestro entorno, y sobre todo a los escenarios donde se produjeron cuando nosotros los vivimos.
A.Lobato
Buen articulo,Manolo.Tienes mucha razon cuando dices que hay personas a las que el dinero nunca le es suficiente y asi lejos de enriquecerse, simplemente empobrecen buscando la felicidad con su acopio.
Sobre todo cuando lo hacen de forma» trapacera»
Hay personas muy proximas ati,que saben mucho de esto.
Deberias de escribir un articulo sobre los «TRAPACEROS»