Esta seta no es comestible, debido a su extrema dureza.
Hongo parásito que en su tamaño adulto tiene forma de pezuña de caballo, posee un tamaño de 10 a 40 centímetros de anchura. Su superficie está cubierta por una capa muy dura con círculos concéntricos que se van superando a medida que crece. De color variado, con tonos más o menos fuertes en colores como el gris o el marrón, siendo por lo general más claro hacia el margen.
Tubos largos que se van estratificando en varias capas. Posee unos poros delgados, muy pequeños, primero de color gris claro, más tarde con tonos ocre sucio.
La carne en los ejemplares jóvenes parece corcho, pero con la edad se vuelve dura y coriácea.
Lo podemos encontrar durante todo el año sobre troncos vivos o muertos de diversas frondosas, sobre todo fructifica en hayas y chopos. El carpóforo puede crecer durante varios años. El ejemplar fotografiado estaba en un tronco de pinsapo muerto y caído en el suelo.
Se trata de un potente hongo parásito que ataca a diversas frondosas, produciéndoles una enfermedad conocida como la “pobredumbre blanca”, ataca con especial virulencia a las hayas con las que acaba en varios años. Si el hongo es lo suficientemente activo en un sólo árbol se pueden llegar a contabilizar de 20 a 30 carpóforos.
Hace más de 5.000 años, un hombre viajaba a través de un glaciar alpino cuando fue atacado. El impacto de una flecha rompió su arteria subclavia y murió desangrado. En el año 1991, al derretirse un glaciar, unos alpinistas encontraron su cuerpo momificado mientras caminaban por el valle de Oetz (Tirol austríaco).
A este hombre se le denominó «Oetzi, el hombre del hielo». Iba perfectamente vestido para caminar por la nieve, llevaba capa, chaleco y zapatos especiales, también se hallaron unas hierbas suaves que rodeaban sus pies y que hacían la función de unos calcetines. Además de un hacha, cuchillos, flechas y un arco más alto que él, entre las pertenencias de Oetzi se encontraron varias especies de hongos. Uno de ellos, el Piptoporus betulinus (el hongo del abedul), es un remedio tradicional para combatir los parásitos, lo cual tiene sentido porque se encontraron huevos de parásitos en el intestino de ese hombre. Otro hongo que portaba era el que estamos comentando, un Yesquero, que pudo haber utilizado como yesca para hacer fuego o para sanar heridas, ya que este hongo posee acción antibacteriana.
Tanto el el hongo del abedul como el Yesquero son hongos de los llamados “políporos”. La mayoría de los políporos crecen en los árboles y no se conoce ninguno que sea venenoso.
Hasta ahora este hallazgo es el ejemplo más antiguo del que se tiene noticia del empleo de hongos medicinales por el ser humano.
Bibliografía: jesanca.blogspot.com