Es una familia que habita en todo el mundo, desde el Himalaya hasta el sur de África. Incluye plantas tan populares como el Rododendro (azaleas), los Brezos, el Arándano o el Madroño; son unas 1.700 especies distribuidas en 100 géneros. Algunas son medicinales, otras se utilizan en jardinería y otras, como el madroño, poseen frutos comestibles.
Cuando el gran Linneo le puso el nombre científico utilizó dos nomenclaturas romanas, Arbutus significa árbol pequeño, Unedo que según Laguna procede del latín Edo, comer, y Unus, uno solo, “Comer uno solo” aludiendo a la creencia popular de que sus frutos embriagan.
El madroño es un arbusto que difícilmente llega a los cinco metros en campo pero que en jardinería puede llegar hasta los ocho metros de altura. Su tronco tiene una corteza pardorojiza muy escamosa que se desprenden en placas, se mantiene verde todo el año. Sus hojas tienen el borde suavemente aserrado, son parecidas a las del laurel. Las flores son muy características, nacen en ramilletes terminales pendulares y son de color blanco aunque a veces, presentan tonos rosáceos. El fruto es redondo, tapizado de pequeñas verrugas, de color rojo cuando maduran. Otra de las curiosidades de esta interesante planta es que florece en otoño al mismo tiempo que maduran los frutos del año anterior, de modo que puede verse en el mismo árbol, flores y frutos a la vez.
Prefiere para vivir suelos profundos, algo frescos con clima no muy frío, aguanta mal las heladas aunque como el ejemplar de la fotografía, en mi jardín soporta hasta las intensas nevadas. En la comarca podemos verlo en laderas al sur en el Parque Natural de Grazalema, en la zona baja de la carretera de San Pedro, cerca del Alcuzcuz, en pequeños rodales en La Nava y, sobre todo, en los Montes de Cortes formando extensos bosques mezclado con alcornoques, encinas y otros matorrales.
Los frutos bien maduros contienen una cierta cantidad de alcohol producido por la fermentación de la glucosa, por ello la fama de que emborrachan y producen dolor de cabeza no es una fantasía. Los frutos se dejaban fermentar para obtener bebidas alcohólicas y vinagre. Algunas personas de la Serranía fabrican aún con los frutos un excelente aguardiente.
Las hojas y la corteza poseen taninos y se han empleado para curtir pieles y como astringente para combatir las diarreas y la disentería, a las hojas cocidas se les ha dado uso contra las infecciones de las vías urinarias.
La madera es muy dura se ha usado para tornear y en la elaboración de carbón de calidad, que era el preferido en las fraguas antiguas.
Aunque utilizado en el símbolo de Madrid no es originario de esta región donde fue introducido con éxito.
Bibliografía: Guía del Incafo de los árboles y arbustos de la Península Ibérica.