Pasados unos minutos de las 12:00 horas del pasado sábado 7 de mayo un enorme autobús llegaba a la altura del monolito que recuerda en accidente de un autocar escolar que tuvo lugar en la carretera de Montejaque que discurre junto a su frustrado pantano y cruza la sierra que en su interior alberga al complejo Hundidero-Gato, conocida por los lugareños como La Chaparra. El vehículo ocupaba casi la totalidad de la calzada y en su interior viajaban algunos de los alumnos del instituto de enseñanza secundaria Nuestra Señora de la Victoria que sobrevivieron a aquel accidente. Junto a ellos también estaban familiares de los fallecidos, que fueron cuatro alumnos, dos profesores y el propio conductor del autobús.
Rápidamente las emociones afloraron entre los supervivientes, que volvían en autobús al lugar en el que consideran que volvieron a nacer. Algunos de ellos trataban de recordar cómo fue aquel accidente y daban explicaciones a sus acompañantes sobre el lugar exacto en el que el autobús perdió el control y chocó contra una piedra antes de precipitarse por un precipicio.
Con motivo de los 50 años se aquellos hechos se procedió a descubrir un nuevo recuerdo conmemorativo de estos hechos sobre el monolito de granito que ya existe en el lugar y que incluye también las iniciales de los fallecidos. Además, también se colocó un ramo de siete rosas, una por cada uno de los fallecidos.
Además, se reconoció mediante la entrega de una placa a los ayuntamientos de Benaoján, Montajaque y Ronda, y otra para el hospital de la Serranía, la colaboración y el trabajo realizado para salvar la vida de los heridos. Los vecinos formaron un cadena humana para sacar a los accidentados y trasladarlos hasta el entonces hospital municipal de Ronda, en el que los médicos hicieron todo lo posible por salvarles la vida. Uno de los integrantes de la comitiva que es doctor, decía no entender todavía cómo lograron hacer aquel trabajo.
En el acto también estuvo presente el primer teniente de alcalde de Montejaque en la fecha del accidente, que fue uno de los encargados de coordinar aquel improvisado dispositivo de rescate y al que los supervivientes tuvieron la oportunidad de conocer. Durante el recuerdo a la enorme colaboración ciudadana tampoco faltó alguna que otra broma aludiendo al hecho de que, en cierto modo, aquellos pequeños tienen algo de sangre rondeña, por lo que, de uno y otro modo estarán siempre vinculados a esta comarca.
Benaoyan
¿Nadie comentó nada de que la carretera sigue siendo exactamente igual de tortuosa que hace 50 años?