Los acontecimientos políticos se suceden con gran celeridad en España en estas últimas semanas, y es lógico que así sea, pues vamos ya con retraso en la formación del Gobierno. Así, no se puede escribir mucho sobre ello, porque al día siguiente ya está desfasado.
De todos modos, no me resisto a ello y me pongo manos a la obra, una semana antes de que este artículo sea publicado. De este modo daré testimonio también del correr de los tiempos.
Tenemos en estos momentos un documento suscrito por los líderes de PSOE y Ciudadanos (Sánchez y Rivera, respectivamente), cuyos puntos principales indicaba ya la anterior semana, y que está siendo sometido en estos días a las críticas de sus militantes, los demás partidos políticos y los ciudadanos en sí mismos.
No había que ser muy astuto para prever que no iba a ser aprobado por casi ningún otro partido, y menos por los dos situados inmediatamente a la izquierda y derecha de los anteriormente citados (estos son, respectivamente, Podemos y PP, y sus líderes, Iglesias y Rajoy, también respectivamente).
No sé si ellos se han leído el documento. Pero ni falta que les hace. El NO respectivo estaba fabricado de antemano. No importa lo que digan las 66 páginas y más de 200 medidas transcritas en el mismo, que estoy seguro subscribiríamos la mayoría de los españoles. Es igual. No es de ellos. No especifican sus sillones y, por tanto, no interesa.
Faltó tiempo a los de Podemos, no para no levantarse de la mesa de negociaciones con PSOE, como habían prometido días antes, sino para ni siquiera sentarse. Por la otra parte, el Partido Popular (Rajoy y los suyos) se niegan siquiera a abstenerse cuando, ese mismo documento, lo aprobarían sin ambages si viniera de sus filas.
Una cosa, sin embargo, es cierta. Y es que tanto Rajoy como Iglesias se encuentran contra las cuerdas. Pero no darán sus brazos a torcer y, juntos, votarán NO a la investidura de Pedro Sánchez, y ambos, comenzarán de nuevo sus andadas, después del día 5. Y es que, como reza el título de este artículo, en demasiadas ocasiones, los extremos se tocan.
Dejo ya un espacio para terminarlo después de la primera sesión de investidura, que considero baldía, pese a los últimos esfuerzos de algunos para contentar a izquierdas y derechas. Y así ha sucedido. La atmósfera política, en lugar de aclararse se ha enturbiado. Rajoy, Iglesias y sus respectivos han coincidido en el sentido del voto. Y no hablemos de los separatistas.
La segunda votación será el viernes, cuando este artículo esté ya en la redacción del periódico. Pero no hace falta ser adivino para afirmar antes, que tampoco habrá sido positiva. ¿Qué pasará luego? Sólo Dios lo sabe. Porque incluso Felipe González ha manifestado recientemente: “No tengo ni idea de lo que va a pasar en España”.
¿Con qué cara va ahora Rajoy a ofrecerse al Jefe del Estado para una hipotética investidura que rechazó anteriormente? ¿Con qué apoyos va a contar ahora, cuando ha dicho NO a PSOE, y de rebote a Ciudadanos?
Iglesias. ¿Va a ofrecer de nuevo su apoyo a Sánchez, con el mismo programa y mismos sillones que ya le “facilitó” al principio, cuando se lo ha negado ahora, por el solo hecho de ir acompañado de Ciudadanos?
Sánchez. ¿Va a apoyar a Rajoy teniendo en cuenta que desde los comienzos le dijo que NO era NO, y Rajoy se lo ha devuelto con creces? ¿Va a querer el SI de Podemos, cuando estos sólo le han mostrado “cariñitos” cuando pedían sus prebendas, y bofetadas y desplantes cuando hablaba con otros?
Y, por último, Rivera. ¿Continuará intermediando entre PP y PSOE para tratar de facilitar un acuerdo de coalición entre ambos, sin pedir nada a cambio, como postura que cualquiera tendría que calificar de muy razonable y discreta? Buenas intenciones aparentes por parte de todos. Pero en el fondo sólo hay personalismos.