Horacio Heichelbaum es un periodista y escritor intelectual de quien soy amigo desde hace muchos años. Lo de intelectual lo digo porque Horacio piensa, filosofa e imparte enseñanza de ciudadanía como hacían los antiguos en el ágora. Ahora ese espacio nos ha quedado reducido-ampliado a esto de las redes sociales. Una ventaja es que cualquiera puede entrar en su página de Facebook desde cualquier sitio y tener el placer de leer sus opiniones sobre los temas que nos van echando sobre la mena y también sobre el lado que nos ocultan que es lo más interesante.
Claro que para leer a HH es necesario tener un espíritu crítico o al menos el deseo de querer tenerlo porque en sus escritos cuestiona todo lo que damos por sabido, aprendido o entendido, por mor del mundo en que vivimos en que casi nada es lo que parece.
Lo último que he leído de HH se titula “El poder del miedo” y empieza el primer párrafo diciendo: “Se ha creado toda una trama de miedos que asusta y confunde; el Sistema los difunde, agranda y achica; el trasfondo de todos ellos es el miedo a la gente que traba cualquier desarrollo democrático”…
Lo sabíamos de siempre pero al leerlo después de haber venido de la marcha-homenaje a las víctimas de la huía por la carretera de la muerte me ha hecho reflexionar sobre los comportamientos que hemos visto al pasar.
Había gente que salía de sus casas o del mercado donde estaba comprando o del bar donde desayunaba o que hacían deporte a pie o en bicicleta y se paraban para saludarnos. Unos levantaban el puño, otros vitoreaban a la república, otros maldecían a Rajoy y a Franco, y en algunas mujeres vi lágrimas en sus ojos y dolor en su corazón.
Pero ¿porqué no se unían a la manifestación? Si todos ellos sentían lo mismo que nosotros y lo más seguro es que muchos de ellos sean familiares de asesinados por los nazi-franquistas ¿porqué no venían hasta el peñón del cuervo inicio de la carretera de la muerte para el homenaje?
El miedo, esa fuerza tan negativa y tan poderosa, que utilizada ahora a través de los medios de comunicación es capaz de modelar sibilinamente a nuestra sociedad de tal forma que parece que estamos tomando una decisión libre y democrática.
Lo estamos viendo a diario junto con las mentiras, las distorsiones, los montajes fotográficos, las calumnias, el odio al diferente, miedo y mentiras para salvar los privilegios de los que no quieren un mundo de libertad, igualdad y fraternidad por la que lucharon nuestros antepasados y nosotros mismos.
En la marcha-homenaje del pasado domingo se sentía el espíritu de los malagueños y de tantos andaluces que quisieron cambiar la injusta sociedad en que vivimos y fueron vilmente ametrallados por los barcos, la aviación y la artillería de los bárbaros franquistas, nazis y fascistas que adoran como único dios al dinero y su anacrónico, injusto y falso método del libre mercado.
Horacio me ha hecho volver a pensar si acaso no será también la memoria histórica utilizada como parte de esa difusión del miedo. Pero no importa. Seguramente con las leyes que han aprobado o intentan aprobar lo que intentan es encauzar nuestro deseo de verdad, justicia y reparación hasta el punto en que nos conformemos y ellos hagan desaparecer las últimas pruebas de los crímenes genocidas más horrorosos que nunca ha habido en la península ibérica.
Mas sea como fuere seguiremos adelante y haremos limpieza de la suciedad fascista inoculada en nuestras mentes a base de tiros y también de palabras. Para ello nos ayudarán los versos de Marisa Peña: “Mientras me quede voz, hablaré de los muertos, tan quietos, tan callados, tan molestos. Mientras me quede voz hablaré de sus sueños, de todas las traiciones, de todos los silencios, de los huesos sin nombre esperando el regreso, de su entrega absoluta, de su dolor de invierno. Mientras me quede voz no han de callar mis muertos”.