Poco a poco se van cumpliendo los plazos y ya queda menos para desvelar quién será el presidente del Gobierno de España tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, que ofrecieron un panorama político tan abierto como complicado.
Rajoy se enfrenta, tímidamente, tampoco se le puede pedir más porque siempre ha sido así, por un lado a la soledad, la compañía de Ciudadanos es más un tibio alivio que un apoyo serio y la intransigencia de un PSOE que ve la posibilidad de tocar poder. Pedro Sánchez sólo tiene dos alternativas, la presidencia o la jubilación anticipada, y apuesta por lo primero ya para ello no le importa pactar con quién sea y a cualquier precio.
Quedan días para el acuerdo y todavía nos tendremos que llevar alguna que otra sorpresa. El comité federal del PSOE del día 30 puede ser decisivo, por lo que todavía hay tiempo para que nuestros políticos busquen una salida a una situación inesperada y que por primera vez desde la transición, ponen a los partido políticos en la, para ellos, insostenible situación de dialogar.
Salga lo que salga, a no ser que nos veamos en unas nuevas elecciones, la próxima legislatura será tan corta como complicada y veremos cuanto nos cuesta a los españoles esa incapacidad de entendimiento de una clase política que, en muchos casos sigue anteponiendo sus intereses personales a los de la mayoría de los españoles que es para los que se les elige.
Que Dios nos pille confesados y les ilumine un poco, que falta nos hace a nosotros y mucho me temo que bastante más a ellos que parecen bastante alejados de la realidad.