En estos días es muy difícil fiarse de un periódico, se lo dice un periodista. Amén de éste que tiene usted en sus manos, el resto (hablo de los nacionales) se debate entre muestras de un feroz cainismo enfermizo y añejo.
Abría el New York Times su edición del viernes con una llamada que se cuestiona si en los últimos años los medios han perdido su independencia. Y no puede ser más acertado. En las últimas semanas asistimos al crecimiento de Ciudadanos. La formación política liderada por Albert Rivera sumó tantos escaños como PP y PSOE (PSC en este caso) en las elecciones catalanas y en las últimas encuestas adelanta a Podemos como tercera fuerza política y algunos se aventuran a situarla por encima del Partido Socialista.
¿Se acuerda cuando bramaban muchos (yo incluido) contra la irrupción del partido de Pablo Iglesias? Algunos nos dimos cuentas de que igual el que salieran unos chicos de la Universidad a decir que estaban hartos de todo esto y que querían cambiarlo no estaba mal, que podía ser un ejercicio democráticamente constructivo, aunque no coincidiéramos con la receta. Pero es que aquí no nos interesa construir una democracia, ni nunca nos interesó.
Lo mismo ha pasado esta semana con Ciudadanos. Algunos de los medios que decían abanderar el periodismo libre han afilado los cuchillos y han sacado el garrote vil del desván. Desprovistos de cualquier ápice de razonamiento o independencia, han cargado contra los naranjitos al ver que estaba todo perdido, como los últimos que defendieron Berlín en el 45. Hay supuestos reportajes de una investigación aparentemente exhaustiva y columnas cargadas de ira y odio contra quien, a día de hoy, todavía no ha propuesto nada salvaje. Lo han hecho como diciendo “si a nosotros se nos ha ido la izquierda, las unidades populares y las confluencias del cambio al garete, vosotros no vais a ser menos”.
El “sois el partido de Venezuela” se transforma ahora en “sois la marca blanca del PP” y el “tenéis conexiones con ETA” puede parecerse al “eres el candidato del IBEX”. Son argumentos tan absurdamente patéticos…
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy han tenido que salir de la madriguera al ver que “los nuevos chicos del insti” les comían el terreno con irreverencia acudiendo a todas las entrevistas y debates y saliendo reforzados de ellas. Peor ellos no están para esos trotes y claro, se les ven las vergüenzas y así pasa que a uno se le olvida que la ley del divorcio la aprobó la UCD y el otro parece no recordar bien qué es Europa.
