Una vez que se entrega el alma, se entrega todo. Y los responsables del sistema educativo en España, puestos ya a despojarnos de todo, también están dispuestos a arrancarnos el alma. O lo que es lo mismo, como dice Emilio Lledó, la filosofía, que emana del pensamiento crítico, que es el que sustenta la democracia. Todo indica que quisieran la muerte de la riqueza más grande de un país, que es la cultura.
Con la última reforma educativa (LOMCE), se reduce la asignatura de filosofía de forma sustancial en las aulas españolas. La asignatura Filosofía aún sería obligatoria en 1º de Bachiller, mientras que las otras dos, Valores Éticos e Historia de la Filosofía, pasarían en principio a ser optativas, dependiendo de cada comunidad autónoma. Todos los fundamentos que estructuran el saber occidental, Spinoza, Nietzsche, Heidegger, Deleuze… podrían resultar completamente desconocidos a un estudiante que acabara el ciclo formativo antes de entrar en la universidad. No deja de ser significativo que la religión, como asignatura, vuelva a contar para la media del expediente.
La filosofía, definía Xavier Zubiri en Naturaleza, Historia, Dios, no es una ocupación más, tampoco lo más excelso que tiene el hombre; es un modo fundamental de su experiencia intelectual. Fundamental, porque aspira a conocer los fundamentos de las cosas. Experiencial, en el sentido de que establecemos un comercio real y efectivo con todo lo real. Intelectual, porque no tratamos de partir de una convicción inteligente, sino que aspiramos a la libertad de alcanzar una intelección convincente de todo lo que nos rodea.
En su intento por denostar todo lo que detestan, nuestros legisladores apagan sus conciencias con la creencia de que la filosofía, y la cultura en general, no tienen lugar en nuestro futuro sistema educativo. Quizá el miedo a construir mentes abiertas, que frente al dogmatismo de la religión ocupen los espacios públicos de la razón, lleve a nuestros políticos a la cerrazón, sin ni siquiera reconsiderar la opción de que la filosofía bien puede valer una misa.
Kantipi
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