Opinión

A toro pasado (Victoria Sendón)

Nunca mejor dicho, ya que esta misma semana ha tenido lugar el siniestro espectáculo de “el toro de la vega”. Esta crueldad innecesaria se viene celebrando desde la Edad Media, lo que hace que sus defensores lo enarbolen como una “tradición”, más aún, que nuestro actual ministro de Justicia afirme que se trata de una tradición cultural. ¿Por qué lo llaman cultura cuando lo que significa es “barbarie”? Si cultura es, según definición, todo aquel conjunto de ideas, conocimientos, tradiciones o costumbres que caracterizan a un pueblo, una clase social, una época, etc., pues sí, es cultura. Pero antes que esa definición tan genérica, hay que decir que cultura proviene del latín “cultus”, cultivo, y se refiere al cultivo del espíritu humano y de todas las facultades de ese rango, es decir, intelectuales y estéticas. Y claro, ver en tropel a esos machirulos alanceando a un pobre toro acorralado y asustado, no creo que tenga que ver con el cultivo de las facultades intelectuales o estéticas. Y menos, de las éticas. Por esa regla de tres ¿por qué no se mantiene la “tradición cultural” del “derecho de pernada”? El señor y el cura tenían el privilegio de desvirgar a la recién desposada con cualquier siervo de la gleba. ¿Qué tal?

A toro pasado ha sido también la concentración del martes 15 en la Plaza del Socorro para reclamar una ‘Ronda, ciudad refugio’, petición a la que se ha adelantado la Alcaldesa, tratando de organizar el posible acogimiento con el Presidente de la Cruz Roja y la Delegada de Asuntos Sociales, una delegación, por cierto, muy cuestionada por los vecinos de Ronda más necesitados de ella. ¿Será capaz de estar a la altura? ¿O tendremos que llevar la iniciativa las vecinas y vecinos? Que tampoco los veo muy entusiasmados que digamos, ya que las respuestas a la propuesta del Ayuntamiento en facebook han sido de lo más decepcionantes: no quieren que venga ningún refugiado porque “ellos” están primero. Sin embargo, no están primeros en las reivindicaciones, manifestaciones, concentraciones ni protestas reclamando sus derechos, sino que despotrican contra la solidaridad bien pertrechados en sus casas sin mover un dedo más que para ir a recoger comida o beneficencias varias. Allí estábamos los cuatro “perroflautas” de siempre dando la cara por los de nunca. Si arriba me refería a la cultura frente a la barbarie, aquí propongo la solidaridad inteligente frente al egoísmo cerril.


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