El santuario de la Virgen de la Paz corre un serio peligro de que su techo se derrumbe si el próximo invierno contase con lluvias abundantes o una nevada de cierta importancia cayese sobre la ciudad. Así lo asegura el hermano mayor de la hermandad de la Virgen de la Paz, Miguel Casas, tras haberse realizado diferentes estudios por distintos técnicos especializados sobre el estado de la techumbre. Tanto de la propia hermandad como del Obispado, han confirmado los daños que sufren las aproximadamente 200 vigas que soportan el techo del santuario.
“Como no se actúe nos podemos quedar sin santuario”, afirmaba con rotundidad Casas, que expresó su máxima preocupación por esta situación, que pone en peligro uno de los monumentos rondeños, que data del siglo XVI. “La junta de gobierno está muy preocupada”, señalaba el hermano mayor, que seguidamente añadía que “el tejado está muy dañado”. Y es que buena parte de las puntas de las vigas que lo soportan estarían podridas.
Tras detectarse la situación, un primer técnico avisado por la hermandad confirmó las sospechas, tras lo que se puso la situación en conocimiento del Obispado de Málaga, que envío un segundo técnico para ratificar el informe, confirmando nuevamente lo ya expuesto por su compañero.
A partir de ese momento se ha comenzado el proceso para tratar de poner en marcha la restauración del mismo, solicitando un presupuesto a una empresa especializada en este tipo de trabajos, que ha calculado que reparar los daños costaría entre 125.000 y 150.000 euros. Una cantidad que desde la hermandad aseguran que es imposible que puedan asumir el solitario.
Por ello, Casas lanzó un mensaje para que los rondeños que lo deseen puedan colaborar en aportar donaciones destinadas a este fin, existiendo para ello una cuenta abierta en la oficina principal de Unicaja en la que debe especificarse el concepto de reparación tejado o restauración santuario Virgen de la Paz.
“Ronda es una ciudad muy mariana y seguro que vamos a encontrar una gran colaboración”, dijo Casas, que también espera que el resto de instituciones y el propio Obispado colaboren a la hora de poder acometer los trabajos necesarios y poder evitar daños mayores.
De momento, el que sí pudo ser solucionado es el problema añadido que habían provocado las palomas, que estaban ocasionando daños con sus excrementos, aunque este asunto se ha podido solventar con la expulsión de la colonia de palomas que se habían acomodado en este espacio.