Algo nos contaron de pequeños del señorío madridista. Nos hablaron de nobleza, juego limpio y de respeto al rival aún en la manifiesta superioridad. Nos hablaron de don Santiago, de Miguel Muñoz… de Pirri, Zoco, Amancio… de Di Stéfano, Puskas y Gento. Nos contaron que el resto, envidiosos, achacaban sus triunfos al poder del Caudillo.
Eso es lo que nos contaron, pero lo que vimos fue bien distinto. Vimos un equipo lleno de extranjeros fichados a golpe de talonario. Vimos a un puñado de multimillonarios que despreciaba la historia que defendía, y que auspiciados y consentidos por el Gran Capo, maltrataban al gallardo Camacho. Vimos como el Gran Capo, tras ganar una Copa de Europa mandaba a paseo al gran capitán, Fernando Hierro, y al hombre bueno en la sombra, Vicente del Bosque. Y vimos, cómo envidiosos, los antes envidiados llegaban a achacar los triunfos del resto al favor de Unicef.
Y seguimos viendo. Y vimos cómo se despreciaba a aquellos que eran adalides del señorío blanco. Vimos a un Morientes que exiliado en el principado, acababa él solo con todo el poderío de los secuaces del gran Capo. El gran Capo no aprendió la lección y diez años después expulsó a un cachorrillo de la casa y lo mandó a Italia para traerse a algún sudamericano que le pudiera reportar beneficios empresariales, en forma de camisetas o adjudicaciones para sus otros negocios. El cachorrillo volvió hecho un lobo y destrozó a los secuaces del Gran Capo.
El Gran Capo también permitió que se degradara al ‘Santo’ (cuyas paradas tanto nos desesperaron a los que somos sospechados de antimadridismo) a la categoría de ‘Topo’ y hasta a nosotros nos dio pena. Y un día decidió mandarlo a Portugal a por toallas y despacharlo por la puerta de atrás, como años antes habría hecho con Raúl, otro que para nada es santo de la devoción de ningún antimadridista que se precie, pero aun así, ambos nos dieron lástima.
Después de tantos cuentos y de tantas experiencias podemos decir que o lo que nos contaron era mentira o que el Gran Capo se lo cargó. Todo lo que vimos no se correspondía con aquellas historias de las que se hicieron canciones, por lo que el Gran Capo, también cambió aquello de “noble y bélico adalid caballero del honor” y lo cambió por “Hala Madrid y nada más”. Eso es, y nada más, porque si una vez fue algo más que eso ya se ha encargado Florentino de dilapidarlo.