Gloria a Dios en las alturas
y en la Tierra a los cristianos,
sufíes y sefarditas
y hasta a los mahometanos,
Tómennos en oración
y no vayan a olvidarnos
porque queremos contar
historias de ciudadanos
que de no hacerse a la luz
no hubieran ni imaginado,
Gentes de la buena vida,
zampabollos ilustrados,
no de los que van a pie,
de los que van a caballo.
No cabe en cabeza alguna,
ni sirve como alegato,
que lo que se va a contar
aún no se haya narrado
y es que a veces los señores
no tienen buenos letrados
que le oculten los dispendios.
Escuchen nuestro relato.
Ocurrió en un consistorio
en un reino muy lejano
que estando la regidora
empezando su mandato
carecía de concejales
para conformar su hato.
El denuedo le faltaba,
la voz se le iba a ratos,
y los días transcurrían
sin que al fin llegara el pacto.
Lo que pasaba en el reino,
si queremos ser exactos,
es que votaron dispersos
como si fueran bellacos.
Los discursos se mezclaban,
estaban endiablados,
la regidora sufría,
le venían arrebatos,
no podremos aguantar,
que aún nos faltan unos años.
Por dios, decía en las juntas,
es que hablan de cuatro en cuatro.
El concejal más antiguo
y también el más anciano,
vino a dar la solución
con discurso soberano.
El problema mi alcaldesa,
y me expreso con recato,
es que regimos al pueblo
con políticas de enanos.
Cálmese vuesa merced
y a ver si despabilamos,
que en los tiempos venideros
aumentaremos el gasto,
acallaremos las voces,
trastocaremos los tratos
y haremos tal maravillas
que ni los más iniciados
podrán ya reconocerse
en los que los han apoyado.
Lo haremos muy de mañana,
con alevoso formato,
y pondremos la mordaza
a los que no nos votaron.
Y fue muy en la mañana,
cuando despuntan los gallos,
cuando perdieron la voz
los portavoces honrados.
Le impusieron la mordaza
mal que les pese en su agrado
y con ella silenciaron
a todos los ciudadanos.
En el ruegos y preguntas
los portavoces cobraron
y los que no hubieron pagas
quedaron muy maniatados.
También se podría decir
aunque no esté demostrado,
que lo hicieron por decoro
y por ser muy solidarios.
Quizá fue la gran lección
que aprendimos, que sin pactos
aún los reinos se manejan
con políticas de antaño,
y todos los portavoces
tienen los labios sellados.