A la hora de preparar la maleta para hacer un viaje, siempre parece faltar sitio para guardar hasta lo más básico. Por eso, a muchos les puede parecer imposible lo que hace Miguel Ángel Racero, un profesor de Tecnología rondeño: construir equipos de música portátiles dentro de estos compartimentos, y que en muchos casos no tienen nada que envidiar a los equipos profesionales.
Lo que nació como una afición ha ido cobrando poco a poco unas dimensiones que ni él se imaginaba, hasta el punto de vender medio centenar de estos equipos en el último año. “Empecé fabricándolos por placer para amigos y familiares, pero ahora me llaman desde distintos lugares de España interesándose por mi trabajo”, afirma. Y todo ello gracias solo a la repercusión que ha logrado en las redes sociales, lo que lo ha animado a poner en marcha su propia tienda online y comercializarlas bajo la marca ‘BoomMarg’.
Prueba del éxito que han alcanzado sus creaciones es que la revista tecnológica ‘Gadget’ le dedicó un espacio en su último número, donde comparte páginas con las marcas más potentes del mercado, como Apple, Sony o Samsung.
Para dar cabida a sus amplificadores, este apasionado de la electrónica rastrea palmo a palmo Internet con el fin de encontrar maletas originales y de distintos estilos, ya sean nuevas o antiguas. El único requisito “es que transmitan algo, que expresen un mensaje”. Su predilección son las de tipo vintage y aquellas que tienen grabada alguna frase, como una de las últimas que ha vendido, en la que se podía leer ‘All you need is love’ y que, como no podía ser de otra forma, ha sido el regalo elegido para conmemorar un aniversario de boda.
Si importante es el exterior, no lo es menos el interior de estas maletas, donde Racero instala piezas de primera calidad, después de aislarlas acústicamente para el sonido sea el mejor posible. “No quería conformarme solo con hacer unos equipos bonitos, quería que además sonarán como cualquier equipo de alta fidelidad”, señala.
Además, también incorporan toda una variedad de extras, que pueden cambiar de un modelo a otro: puertos USB, entrada de línea, bluetooth, mando a distancia y hasta luces de colores, lo que los convierte en auténticas discotecas portátiles. Otro detalle que está cuidado al máximo son las baterías que montan, que son de última generación y pueden durar “hasta dos o tres días sonando las 24 horas”.
Junto con todas estas funciones, su ‘denominación de origen’ rondeño también juega un papel destacado a la hora de promocionar estos equipos artesanales, ya que el catálogo de la tienda está ilustrado con fotografías de los amplificadores tomados en los rincones más emblemáticos de Ronda, como los Baños Árabes, las Murallas del Carmen o los Ocho Caños. Sabe que probablemente no sea la estrategia más comercial, pero no le importa. “Aunque me haga perder ventas, quiero vincular mis productos a Ronda, que se sepa que hay gente aquí que hace cosas originales”, explica.
Aunque ahora este proyecto es al que más tiempo le dedica, no son sus únicas creaciones. Este docente rondeño también fabrica pequeños robots a base de materiales reciclados que luego utiliza como herramientas pedagógicas en sus clases.