En las últimas semanas hemos sido testigos de como “el mejor ministro de economía de la historia de la democracia” era detenido por fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales y como el impulsor de la mal llamada “ley integral contra la violencia de género” (la RAE recomienda denominarla violencia doméstica o por razón de sexo, puesto que el género en castellano no es lo mismo que el sexo) es acusado de maltratar a su ex pareja.
Es un panorama digno de una república bananera y no de un país serio que pretenda engancharse a las mayores potencias europeas y ser un adalid del progreso. Pero creo que hay algo de esperanza.
El pataleo llegó con el 15M y su canalización en movimiento político con el boom Podemos. Muchos concluimos lo mismo: buen diagnóstico desacertadas soluciones. El otro día tuve la oportunidad de ver la presentación de la tercera parte del programa económico de Ciudadanos, el partido de Albert Rivera. Aún hay que afinar la orquesta pero la música empieza a sonar bien.
En un partido político es casi tan importante el fondo como las formas y eso “los naranjitos” lo han pillado al vuelo. Como parte del pueblo llano no le pido a mi dirigente político que se monte en un atril y empiece a pegar voces y a repartir estopa de un lado para otro indiscriminadamente y sin argumentos. Las voces ya se las pegaré yo a él cuando se equivoque. Ciudadanos empieza a tratar al pueblo como si fueran adultos. A hacer propuestas y explicarlas, no a vociferar sin sentido y a buscar el aplauso fácil. Soy muy fan de lo que se está empezando a denominar como el anti mitin.
Eso son las formas, el fondo tampoco anda mal encaminado. Propuestas asumibles, muchas simplemente de sentido común, racionalizadas y en busca de la rentabilidad y el progreso. Se acabó una administración pública inefeciente y mal gestionada, “vamos a cuidar el dinero de los españoles como si fuera el nuestro”, decía Rivera.
Hay cosas discutibles, como lo de eliminar el IVA superreducido o la unificación del impuesto único de sociedades y la fusión de ayuntamientos, pero ellos llaman a debatir su proyecto y confrontar ideas. Se le ha de exigir la máxima transparencia y ejemplaridad a la formación naranja, porque renace fruto del descontento con los partidos tradicionales, pero no es mala manera de empezar. Quién nos iba a decir que el cambio sensato para este país podía venir de Cataluña.