Otra ola de calor, lo típico en verano vamos. Esta estación es lo que tiene, calor, por ello vamos de 40 en 40 y tiro porque me toca. En invierno nos pasa igual, vamos de ola de frío en ola de frío, y también tiramos porque nos toca. Pasa todos los años, en todas las épocas, cíclica y periódicamente, lo que pasa es que no lo recordamos ¡qué memoria tan frágil tenemos para algunas cosas!
Todos recordamos, los que tenemos una cierta edad, las tediosas tardes de verano de final de los ochenta hasta mediados de los noventa, dulcificadas por ver el sufrimiento sobre las bicicletas de Perico o Induráin ¡hay qué ver lo duro que es el ciclismo! Pero a nosotros nos maravillaba verlos. Ahora, y sobre todo desde que a Contador lo pillaron comiendo filetes, no es lo mismo. No tenemos un héroe sobre el que mantener los ojos abiertos de par en par. Antes los ventiladores no daban abasto para mantenernos despiertos, ahora ni los aires acondicionados impiden la cabezadita ante el poco interés que tenemos sin ningún corredor patrio dando el callo.
También teníamos las noches de terraza con un buen tinto de verano o una copita, sin parecer un árbol de navidad con las modas de los gintonics tuneados, pero eran otros tiempos y teníamos algún que otro duro en el bolsillo, ahora recordamos los euros por fotografías cuando entran en el banco, pagando la hipoteca, los seguros, recibos de luz, agua… algunas veces nos sobra para comer algo, otras nos alimentamos de suspiros y recuerdos de aquellos maravillosos años en que las gambas y el jamón nos visitaban de vez en cuando. Ahora ni de vez ni de cuando.
En fin que el verano está siendo igual que otros veranos pasados, pero nosotros somos los que hemos cambiado, nos hemos vuelto más viejos, más quisquillosos y sobre todo y ante todo, mucho más pobres. Confiemos en volver.