Ya se hacía en la época del renacimiento e incluso anteriormente. Los pintores, desde que pintan, suelen mirarse en un espejo y dibujarse ellos mismos. Tenemos ejemplos hasta en las cuevas rupestres. A nadie pasa desapercibido, por ejemplo, el cuadro de “Las Meninas” en las que Velázquez se pintaba a sí mismo en el cuadro.
Después hemos visto como muchos artistas se pintaban a ellos mismos, autorretrato se llama eso. También se inmortalizaban en un espejo los grandes fotógrafos en el principio y mediados del siglo XX, todos han dejado su impronta en el arte que dominaban.
Ahora la moda hace que cualquiera sea artista. No hay más que entrar en alguna de las numerosas redes sociales y ver fotografías de chicos y chicas que,con su móvil, se retratan en el espejo, quedan monísimos todos ellos. La duda es por qué lo hacen ligeros de ropa, e incluso sin ella, no sabemos si tienen la calefacción muy alta, que todas las fotos se toman en verano o es que le falta un tornillo a más de uno.
“No hay vicio barato, ni tonto sin autorretrato” reza un dicho popular. Desde Obama, que la lío parda en el funeral de Mandela haciéndose una foto con el primer ministro británico y su homóloga danesa, hasta Ellen Degeneres en los Oscar de este año, esto por lo visto era un anuncio de una marca de móviles y salió muy mal. Ahora la única diferencia es que te lo haces tú mismo con el teléfono, alargas el brazo y capturas la imagen de la pantalla donde estás haciendo el tonto, y como es una costumbre “nueva” lo llaman selfie, para no decirle autorretrato que es lo que se ha llamado toda la vida, hasta para eso hay que ser un poco friki, hasta en llamar a una cosa tan sencilla con un nombre tan ñoño.
Yo por si acaso huyo de las fotos, no vaya a ser que me pillen en un selfie de esos, y en la próxima olla de hervores pendientes caiga como deben caer los “espabilaos modernos”.
