El rondeño Javier Jiménez decidió dejar una prometedora carrera como abogado para dedicarse a su pasión por la moda. Y los resultados van dando la razón a este joven, que es ya un referente de la moda en una ciudad tan exigente como Sevilla, donde acaba de triunfar con su colección ‘El jardín de mis pecados’, presentada en la pasarela ‘We love flamenco’.
El desfile en la Pasarela Flamenca de Sevilla fue todo un éxito.
Eso parece. De hecho las diferentes críticas me han sorprendido bastante porque me han llegado a calificar como un descubrimiento para la moda flamenca de este año. Así que la acogida fue enorme.
¿Cree que le ayudará a abrirse paso en el mundo de la moda?
La pasarela tenía diferentes apartados. Uno de diseñadores noveles, otro de emergentes y otro de profesionales. Y a mí, tras ver mi trabajo, me pusieron dentro de los diseñadores profesionales, lo que para mí supuso un orgullo, aunque a la vez un handicap, porque tienes que demostrar que estás a la altura en una feria que está muy arraigada en Sevilla.
¿Supuso eso que se marcara un nivel de exigencia aún más alto?
Sí, mucho. Para mí esta colección ha supuesto un gran esfuerzo en todos los sentidos, porque dentro de la moda flamenca parece que ya está todo inventado, y tratas de luchar contra el clasicismo que hay impuesto, y más en una feria de tanta tradición. Así que se trata de que tu carta de presentación llame la atención, que no te quedes en lo que ya se ha hecho. Es bastante complicado, pero parece ser que lo he conseguido.
Siempre es difícil triunfar en el mundo de la moda, pero en su caso además nada hacía pensar que se dedicaría a esto, ya que terminó la carrera de Derecho y luego se sacó el título de gestor administrativo. ¿Cómo decidió dedicarse al diseño?
Yo siempre he estado muy vinculado al mundo de la moda, y el nombre de esta colección, ‘El jardín de mis pecados’, refleja un poco ese cambio. Porque como le digo para mí la moda siempre ha sido una pasión, y la posibilidad de dedicarme a ella era muy tentadora. Y para un abogado, con la formación que yo poseía, abandonar la toga y el despacho en el que trabajé durante cuatro años podía resultar una idea un poco disparatada y pecaminosa. Pero al final uno tiene que intentar dedicarse a lo que le apasiona y le llena, para mí además de un reto, la moda era una pasión. De ahí el nombre ‘El jardín de mis pecados’. Y además presentarla en Sevilla, donde me conocían como abogado, era un reto aún mayor. Era como decir “aquí estoy yo y cambio la toga por los volantes”.
¿Qué le decían sus compañeros de despacho cuando les dijo a lo que se quería dedicar?
Había de todo, sinceramente. Pero fue muy chocante. Veían a un abogado acudir a un juicio y ponerse a pensar en diseños cuando terminaba, porque yo ahí ya en mi tiempo libre me dedicaba a hacer diseños y a asesoraba a amigas a un nivel más amateur. Así que les chocaba mucho que pudiera cambiar mi vida de forma tan radical. Pero con la crisis el mundo de las leyes se había puesto muy complicado y muchos me animaron a hacer lo que de verdad me gustaba.
Su abuela, Ana Cantos, muy recordada por todos, tenía una ‘boutique’ y a usted de pequeño se pasaba las horas allí. Imagino que eso también influyó.
Sí, yo terminaba en el colegio y me iba con mi abuela. Y allí me pasaba las tardes. Hacía los deberes y la ayudaba con el escaparate, por ejemplo. Y cuando ella iba a Madrid o Barcelona para buscar ropa o a mirar colecciones siempre estaba deseando que me llevara con ella, y muchas veces lo hacía.
¿Cuándo se dio cuenta que aquello era más que un juego y que podía imaginar sus propios diseños?
Realmente, yo no he creído en mí como diseñador desde siempre. A mí me han abierto los ojos las personas que han confiado en mí para que las vista. Empecé en la boda de una amiga, donde hice un vestido para la hermana y las primas de la novia. Y a raíz de ahí empezó a llamarme gente que me decía que quería quedar conmigo para hablar. Yo pensaba que era por algún asunto legal, por el tema de la abogacía, y luego me decían que era para que les hiciera un vestido. Entonces la clientela fue la que me hizo darme cuenta del potencial que podía tener y que tenía que explotar, a medida que hacía los vestidos o los tocados.
¿Cuál fue la respuesta de su madre?
Mi madre me ha dejado que haga lo que quiera. Me ha apoyado, por supuesto, pero también me ha dicho que es un mundo muy complicado. Lo que pasa es que al ver cómo disfrutaba y cómo respondía la gente a mi trabajo, me dijo que solo se vive una vez y que hay que disfrutar.
Presentar su colección en una ciudad con tanta tradición como Sevilla es un desafío importante.
Mucho, si. Yo en Sevilla lo que me dedico es a los sombreros y a clientas puntuales, y el taller lo tengo en Ronda, y atiendo allí los fines de semana. Así que yo no he abandonado Ronda, porque ahí es donde he tenido la oportunidad de desarrollarme. Pero he intentado abrirme camino presentando mi colección en Sevilla.
Como decía ahora trabaja para una importante firma de sombreros. ¿Ofrece realmente muchas posibilidades el diseño de un sombrero?
Sí, la verdad es que el sombrero ofrece unas posibilidades tremendas, y además ahora está en auge. Era un campo que yo desconocía, pero me sorprendió mucho cuando lo descubrí.
También hizo un traje de Goyesca en la pasada feria de Ronda.
Sí, me dio la oportunidad la familia Mira y la verdad es que fue algo que me causó mucha satisfacción.
¿Cómo está el sector de la moda en estos momentos? ¿Afecta mucho la crisis?
Es un mundo complicado. Pero si te dedicas a la alta costura, que es lo que yo hago, encuentras muchas posibilidades, porque un vestido de alta costura lo quiere alguien para una ocasión muy puntual y muy especial, como una boda o una Goyesca. Y en esos casos uno invierte todo su esfuerzo y todas sus ganas, y también se hace una inversión económica más grande. Así que si haces bien el trabajo puedes acceder a un público bastante bueno.
¿Es complicado llegar a vivir de esto?
Nadie te regala nada, pero haciendo bien tu trabajo se puede conseguir, por supuesto.
Cuando se habla de alta costura se piensa siempre en moda femenina. ¿Pero se ha planteado hacer diseños también para hombres?
Nunca me lo he planteado, la verdad es que no es algo que me apasione. Yo creo que vestir a la mujer es algo que ofrece más posibilidades. La imaginación y la fantasía que te brinda el cuerpo de la mujer no lo brinda el cuerpo de un hombre, que además tiene que vestir de forma más sobria.
¿Cuál es el espejo en el que se mira?
Mi espejo realmente es la clienta que entra por la puerta. Yo no tiendo a copiar, aunque me encanta Balenciaga, Roberto Diz, como diseñador más contemporáneo. Mi moda es bastante clásica. Tiene pinceladas algo vanguardistas pero intento que sea refinada y elegante. Pero lo que realmente me inspira es el cuerpo de la clienta y conocerla un poco más, saber cuál es su personalidad. Para mí el éxito es que cuando alguien se viste con un diseño mío se siente ella, no se siente disfrazada, y ve que se ha potenciado todo lo que había que potenciar.
¿Hay alguien a quien el gustaría vestir especialmente?
Es complicado. Quizás a la jequesa de Qatar. De hecho, en el desfile las modelos llevaban turbante con el traje de flamenca de día porque me inspiré en ella. También a la próxima presidenta de las damas goyescas.
¿Se dejan aconsejar las clientas o suelen tener muy claro lo que quieren?
Yo lógicamente las escucho, las dejo que me digan qué quieren y cuáles son sus gustos. Luego normalmente le hago una serie de preguntas, como qué color les gusta y si hay algún elemento que odien en la moda. Y a partir
“Me gustaría vestir a la jequesa de Qatar y a la próxima presidenta de las Damas Goyescas”
de ahí les invito a que se dejen guiar por mí, que confíen en mí. Porque yo estudié el master de diseño de moda y asesoramiento integral de imagen. Así que lo que intento es crear con ellas un vínculo, que muchas veces llega a ser de amistad, que haga posible que se dejen llevar por mí.
¿Alguna vez se ha plantado y se ha negado a hacer algo que le han pedido?
Sutilmente, pero lo he dicho. Por ejemplo, vienen muchas clientas con la foto de una famosa y me dicen que quieren el mismo vestido, y yo siempre les digo que si es eso lo que quieren, no necesitan a un diseñador ni un asesor, sino una buena costurera. Además lo que pasa algunas veces es que eso no les va a favorecer, porque una cosa es ver a una famosa vestida de cierto modo y otra es intentar copiarlo sin tener ese mismo cuerpo. Así que muchas veces he dicho que no a un trabajo, y las he invitado a seguir mis pautas.
¿Hay algún tejido que le guste trabajar en especial?
Sí, me encanta el crepé de seda, por ejemplo. Y también he experimentado este año con el punto de seda para los trajes de flamenca. La verdad es que me ha apasionado.
¿Cuál es el vestido más difícil que ha hecho?
He tenido dos muy distintos. El primer vestido de novia que hice creo que fue el más difícil, porque además era para mi mejor amiga, casi una hermana para mí. Era una responsabilidad muy grande. Lo hice a partir de un mantón de Manila antiguo. Se me ocurrió desmontar las flores del mantón y ponerlas sobre una tela transparente que cubriera su espalda, y la verdad es que fue muy laborioso. Y por otro lado, el traje de Goyesca que hice para Julia. Yo tenía claro que desde el principio tenía que controlar todo el proceso: vestirla todos los días, cambiarla… Es algo que resulta bastante estresante, pero también es un gran reto, porque es un escaparate inigualable, una fecha muy especial para quien lo lleva, y tiene que sentirse la Goyesca más guapa.
Le voy a poner en un compromiso. ¿Cómo viste la mujer rondeña?
La mujer rondeña viste como cualquier mujer. Hay rondeñas que visten maravillosamente y otras que no tanto, como en cualquier lugar. Y de ahí me reto, porque intento que la que se deja vestir por mí, tiene que vestir bien. Y lo que ella pensaba que le favorecía, puede que no fuera así, y emprende un camino nuevo. Pero por lo general, todas mis clientas tienen un gusto magnífico.
¿Pero qué nota pondría en líneas generales?
Un 8 o un 8,5.
Los diseñadores tienen fama de ser muy maniáticos, muy perfeccionistas. ¿Es muy exigente consigo mismo?
Es que cada vestido es una carta de presentación, no puedes permitirte ningún error. Además, por poner un ejemplo, una invitada va a una boda, y tanto para bien como para mal van a hablar de ella.
¿Le da mucha importancia a las críticas?
Al principio sí, porque al meterte en un mundo tan complicado siempre tienes el miedo de que no funciones. Puedes tener muchas ganas, pero si a la gente no le gustas o no te llaman, lógicamente vas a tener que abandonar. Pero ya estoy más relajado, y cada vez las leo menos. De hecho muchas veces las leo porque alguien viene y me dice que han sacado algo sobre mí, si no, no me daría ni cuenta.
¿Cómo vestiría a Ronda?
Pues la vestiría con un traje que transmitiera optimismo. Porque la elegancia la tiene ya de por sí, y sería muy fácil de vestir. Tal vez sería un vestido verde esperanza.
Magui Carbonell
Javier, quien te a visto y quien te ve!!! Quien te iba a decir esto!!! Muchas felicidades xq lo estas consiguiendo.
Decirte que fue un verdadero placer haber podido trabajar contigo en We love Flamenco! Y mi mas sincera enhorabuena!!!