La monotonía se había instalado en la ciudad. Los proyectos no aparecían por ninguna parte, y de repente tenemos un boom en una misma semana. Eroski, residencia de mayores, secadero de jamones y un nuevo supermercado aparecen de una sola tacada.
El mero hecho de su llegada al Pleno supone una bocanada de aire fresco inversor en plena crisis, aunque no todos son proyectos a corto plazo. No obstante, el hecho de que la economía rondeña puede tener movimiento ya supone un motivo para la esperanza, en la ciudad demasiado acostumbrada a que los proyectos terminen durmiendo el sueño de los justos en algún cajón, ya sea del Ayuntamiento o de los propios inversores, aburridos de una burocracia que es capaz de llevar al hastío al mayor de los interesados.
Algunos de los proyectos, como la construcción de una residencia de mayores, tiene una resolución a corto plazo, mientras los otros tres pueden sentar los pilares de una ampliación de la economía rondeña, excesivamente dependiente del turismo.
Es bueno que la economía se mueva en sectores diferentes, aunque hasta el momento en la Serranía de Ronda se sigue apostando al monocultivo, algo nada recomendable. La prestación de servicios, la agricultura y la industria cárnica puedan ser buenos apoyos para la sufrida economía local, muy castigada por las nefastas comunicaciones.