Más pronto que tarde será el título que les quede a nuestros Sentados. El mismo que tienen tantos que pasaron por los mismos sillones y nadie añora. Y mejor que nadie los recuerde porque, desgraciadamente, cuando así ocurre es por alguna barbaridad muy gorda, vamos por aquella más atroz de lo habitual. Las buenas actuaciones dignas de mención o son muy escasas o no han existido. ¡Qué triste resulta tener que decirlo!, pero es la dura verdad.
Ese afán por ser elegido, por ocupar el Sillón, por salir en las fotos, por asistir a comilonas, por estar delante en las inauguraciones, reuniones y joteos, por figurar en los noticieros y colgarse medallas ¿a qué se debe?, porque los logros están a la vista: ¿?¿?. Se me hace incomprensible tanto denuedo para tan poco recorrido.
Supongo que las ganas de conseguir un sueldecito pueden tener mucho que ver, en especial cuando no se ha realizado ninguna labor productiva con anterioridad. También la posibilidad de manejar los presupuestos dando lugar a muchos “agradecimientos” tras repartos y adjudicaciones. Puede resultar interesante, además, la posibilidad de conseguir esa gerencia o carguete, (a perpetuidad y por la cara), en alguna de las empresas semipúblicas o allegadas que tan dispuestas se muestran para acoger a militantes del partido. Y, por lo que se ve en derredor, la esperanza de recibir sobres o extras tampoco es algo a despreciar.
Deben de ser esas razones o algunas por el estilo, porque si las que se aducen fueran el amor al terruño, el servicio a la ciudadanía, la protección de los valores patrimoniales o medioambientales, el deseo de prosperidad del pueblo y sus vecinos, el intento de transformar las cosas para el bien general pasando desapercibo o de reducir la burrocracia llevando al mínimo trámites y plazos, lo mejor sería que pidieran número en la cola para saltar por el Puente ante tamaño fracaso. Pienso.
Las ganas de participar en la dirección política de la ciudad puede albergarlas cualquiera, incluso aquellos a quienes la naturaleza o la Providencia no les colmó con grandes dotes, pero el elegido, aunque lo sea con un método tan alejado de una verdadera democracia como el actual, debiera alejar la vanidad y no olvidar que las mieles del puesto y los oropeles que lo envuelven no son más que flor de un día y su verdadero destino es alcanzar el EX, por lo que abrirse al pueblo, admitir consejos sin prejuicios, obrar de buena fe, dejar arrinconados medros y mezquindades resultaría muy aconsejable para que los vecinos tengan un buen recuerdo, cambiando así la racha tradicional de merecer el olvido.
Qué penoso resulta ver como pasa el tiempo sin que se acometan las reformas que son imprescindibles. Sin que se abandonen los malos hábitos. Sin que se ponga el norte en la defensa de los valores diferenciadores, con atractivo y futuro, en lugar de dejarlos diluirse como azucarillos por la desidia administrativa y el olvido oficial. Sin atreverse a abrir los órganos de gobierno a la vecindad. Sin afirmar con convicción y rotundidad que el Ayuntamiento está al servicio de los rondeños y no al revés, dejándolo claro en cada uno de los actos, decretos o medidas que se toman. Y sin promover un PGOU digno, justo y participativo, no el que se muñe en Jerez y entre solo unos pocos con fines innobles.
Estos tristes tiempos sin recursos económicos por culpa del malhadado desgobierno del Zetapé y sus muchachadas iluminadas, (sectario, inepto y mezquino por siete años), deberían poner un punto de reflexión y luz en las cabezas de los Sentados que se han subido a la gran mastaba que dejó el caído dios de la anterior legislatura y, olvidándose del Pueblo, siguen a lo suyo. Si no es cierto demuéstrenlo.
Dejaré un pensamiento positivo para nuestros Sentados tras dar fe de tan oscuro panorama. Positivo para quien sea capaz de entenderlo así, ya que resume lo que hasta ahora ha sido norma en nuestro Asentadero y que no tiene visos de cambiar. Es una sentencia popular y rotunda aplicable a cualquiera de los Sentados:
ALGUIEN VENDRÁ QUE BUENO TE HARÁ.