Los Gitanos se salvaron de la tragedia en el último suspiro, cuando ya tenían abierta la puerta del Obispo de la colegiata de Santa María la Mayor y su Cruz de Guía se disponía a salir. Fue entonces cuando un fina lluvia hizo cambiar de decisión y retrasar media hora la salida. La decisión final fue no procesionar, que terminó resultado la más acertada, dado que el agua cayó con insistencia posteriormente.
No obstante, saetas y marchas procesionales sonaron en el interior del templo durante la realización del acto penitencial, mientras decenas de personas esperaban en el exterior la apertura de las puertas, un hecho que se retrasó sobre la hora anunciada por la hermandad, las 20,00 horas, y que provocó el malestar de los fieles por no poder presenciar ese acto penitencial.
Mientras tanto, en el interior, delante del altar mayor, los pasos de los Gitanos realizaban varias levantás y pequeños recorridos por el patio central en presencia de una gran cantidad de hermanos que casi llenaban la parte delantera del templo.