La construcción de la depuradora de Ronda ya tiene repercusiones directas sobre la vida del río Guadalevín. Hace tan solo unos años era un cauce muerto, prácticamente sin presencia de vida, y ahora comienza a recuperar el esplendor que tuvo en el pasado y que había perdido. Especialmente destacable es la recuperación que se ha producido en el tramo comprendido entre la propia ciudad de Ronda y la pedanía de la Indiana.
Una de las especies que más ha extendido sus dominios ha sido la nutria, a la que se puede ver con frecuencia en la zona de Los Molinos o en Los Navares, hasta el punto de que Medio Ambiente le realiza un seguimiento a sus excrementos, muchos más fáciles de encontrar, para saber de qué se está alimentando. En este sentido, la llegada del cangrejo americano se ha convertido en una de sus grandes fuentes de alimentación. Precisamente, este cangrejo también ha multiplicado su presencia, al no tener prácticamente depredadores en la zona.
Aunque las nutrias no han llegado a desaparecer del río, era necesario desplazarse hasta la zona de Jimera de Líbar para poder observar su presencia, aunque el río limpio y la presencia de potenciales alimentos hacen que hayan subido río arriba para buscarlos.
Además, la nueva vida del río Guadalevín también está compuesta por peces, algo casi impensable hace poco tiempo. Ahora ya cuenta con cachos, bogas y barbos, que han ido colonizando las nuevas aguas limpias que se han encontrado río arriba. También cuenta con la presencia de anátidas, aunque en este caso sí que se les podía ver en las proximidades de Ronda.
La presencia de diferentes especies en las aguas del río Gudalevín también atrae a otras, como el caso de los cormoranes, que en días de aguas revueltas en el mar encuentran en los ríos zonas mucho más cómodas para pescar. Este hecho hace que se les pueda ver también en las proximidades de la ciudad del Tajo buscando presas para alimentarse.
Para que sea posible la vuelta de la vida al río rondeño ha sido necesario el paso de varios años. Han logrado eliminar la gran cantidad de lodo que se había acumulado en el fondo del río por años de vertidos de aguas fecales sin ningún tipo de control.