Vemos una organización impecable. Arriba en el rellano de la curva que da entrada al carril se han instalado dos grandes carpas. Una con todo el material necesario para que los profesionales puedan hacer su trabajo. Otra como un gran salón con mesas, sillas, neveras que sirven tanto para los grupos de trabajo como para los visitantes, familiares y vecinos de Istán, que son atendidos por sicólogas también activistas voluntarias, algunas de las cuales conocemos de otras actividades de la memoria histórica en Málaga, Sevilla, Madrid o Menasalbas. Abajo en el carril se ha instalado otra carpa sobre el lugar de trabajo para resguardar a los geólogos y arqueólogos del ardiente sol. Es temprano pero ya llevan dos horas trabajando y el día promete ser muy caluroso. Se trabaja sobre la zona donde apareció el pie con la sandalia que está al borde del camino, parte en llano y parte en la cuneta en chaflán, lo que hace que el meticuloso trabajo de levantar la tierra apelmazada y dura con el cuidado requerido sea aún más sacrificante.
Pero veo que estos hombres y mujeres, muy jóvenes casi todos, son de la misma madera y de los mismos ideales que aquellos que llevan allí matados y tirados 75 años esperando que les devuelvan a la vida.
Porque esto es lo que ocurre cuando se defienden ideales de verdad, justicia y reparación, que los muertos por la libertad y la justicia perviven en la memoria del pueblo aunque haga tiempo que han desaparecido. Sin embargo los asesinos, pudieran haber tenido privilegios, pero ya han desaparecido y nadie se acuerda de ellos. Es más serán eternamente aborrecidos y repudiados y sus ideas, que no ideales, de muerte, destrucción, especulación, avaricia y sometimiento del pueblo a sus desvaríos ya no tienen sitio en la mente de los jóvenes.
Hay locos, pero ya no hay la locura colectiva que desataron el nazismo y el fascismo, haciendo victimas a todos. El tiempo de admiración por la krypteia espartana se acabó.
Al mediodía hay 45º y siguen trabajando. Poco a poco se va abriendo la fosa que al principio podía parecer cuadrada y ahora parece que es alargada, estando los cuatro cuerpos en hilera a lo largo de la cuneta en talud del camino.
Viene mucha gente del pueblo que preguntan, están un momento y se van. También han venido mis amigos Pedro Toro y Antonio García. Vemos como José María Pedreño y su equipo se multiplican. Miguel Cerón nos explica los avances que se están haciendo capa a capa. Transpiramos a chorros.
Entre las personas que han llegado está Ana Guerrero, de 81 años, que es una de las depositarias de esa memoria colectiva de Istán. Cuenta como Francisco Rivero, Juan Toro, Manuel Granados y Miguel Tineo fueron sacados de sus casas por la noche y fueron asesinados a pocos kilómetros del pueblo. Por la mañana los mismos falangistas obligaron a varias personas, entre ellas a su padre, a ir a hacer una fosa y a enterrar en ella a los cuatro asesinados en la lomilla… “Mi padre contó que se quitó su chaqueta y se la echó en la cara a uno de los asesinados para que no le entrara la tierra en los ojos”… recuerda Ana Guerrero.
Unas semanas más tarde este hombre, Antonio Guerrero, fue llamado para que se presentara en el cuartel de la Guardia Civil. Su familia nunca más volvió a verle.
En el lugar que es un campo de olivos, almendros, algarrobos y alcornoques había una palmera. Decía una de las activistas que sus raices habían enredado uno de los cuerpos y eso estaba dificultando el trabajo para hacerlo con garantías. Era extraño pensar en una palmera en ese paisaje. Lo más posible es que su plantación no fuera fortuita sino deliberada por alquien que quiso señalar el lugar.
Una palmera fuera de lugar para un lugar fuera de la razón.
El calor es insoportable, pero el equipo sigue trabajando. Paquita y Ana están conmocionadas. Ya es tarde y con algunas de las profesionales vamos al albergue que el Ayuntamiento les ha facilitado. Cuando volvemos se están repartiendo bocadillos y refrescos como almuerzo, para volver inmediatamente a excavar porque se han propuesto terminar las exhumaciones el Sábado.
Quisiéramos estar allí todo el tiempo para acompañar a estos valientes, tanto a nuestros mártires del 1936 como a nuestros compañeros del Foro por la Memoria, pero la temperatura nos obliga a retornar a Ronda, con la promesa de volver el Sábado a la exhumación final y homenaje del pueblo de Istán a sus cuatro mejores hijos…