Líder mesiánico es para el sociólogo Max Weber –principios del pasado siglo – “un dirigente político al que se le atribuyen características poco menos que divinas y en el que se deposita una desmedida confianza”.
La serpiente de verano que suele rastrear entre las páginas de los periódicos en tiempos de canícula y sequedad informativa parece haber hecho posible que la quimera del alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se revista de un mesianismo que ni el mismo había sospechado. “Me han hecho entrevista hasta para un periódico de China”, dice exultante.
Entre unos y otros hemos tejido una leyenda sobre el singular personaje que ahora se esponja en su celebridad erigiéndose héroe y mártir de las clases más desfavorecidas. Se ha revestido de ese halo mesiánico – no hay más que ver el testimonio gráfico de este periódico en su edición dominical última: de rodillas y rodeado de sus ´apóstoles´ y seguidores – con el que parece encontrarse a gusto y del que no desea desprenderse. Insistiendo machaconamente en el primen mandamiento de su doctrina redentora – “La tierra es para quien la trabaja” – y, ahora, en el simbolismo del asalto a los supermercados (un grupo de jóvenes, siguiendo su ejemplo acaban de asaltar un ´super´ en la barriada Sevilla de Torreblanca) preconiza una actitud que puede derivar a un estallido social al prender la mecha de un artefacto de por sí caldeado como es la situación de millones de parados y familias sin subsistencias.