Y lo hizo hace más de 2000 años. Ya ha llovido. Sin embargo el prócer romano al que la Historia le concede el mérito de ser el orador más elocuente de Roma dijo algo sobre la economía de los países que muy bien podría aplicarse a la que ahora mismo nos hace temblar un día sí y otro también y que apunta peligrosamente a la bancarrota. Vino a decir, ante la desastrosa situación de la Roma de su tiempo que “el presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública disminuida y la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada. La gente debe aprender a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”. ¿Le suenan esas aseveraciones?
Son las que el sentido común suscribe y los postulados son por los que clama el Pueblo, pero que los políticos que nos rigen no saben, no pueden o no quieren poner en práctica. No son nuevas las circunstancias difíciles por las que atravesamos; ya vemos que la Historia contó con personajes que predicaron sobre la mejor manera de salir de atolladeros cercanos al que padecemos.
Puede que todavía se esté a tiempo si se pone en práctica la añeja prédica ciceroniana u otras que vengan en iguales o parecidos términos a sustentarla.