Hacía tiempo que no pasaba por Sevilla y no me indignaba. Esta semana, por motivos que no vienen al caso, pasé en dos ocasiones por la capital hispalense y, como no podía ser de otra manera, la indignación volvía a tocarme. Después de varias horas de conducción por autovía, a la salida de Sevilla, volvía a encontrarse con ese enjambre de carteles que alguien debió pensar en retirar, aunque ahora mejor no tocarlos, que ya hubo suficiente gasto en colocarlos y dejar muy clarito que la autovía más corta de Andalucía ha sido realizada porla Juntade Andalucía.
Como fruto de un espejismo, algo nada descartable con los 40 grados que hacía en Sevilla, apareciendo esos relucientes cartelones azules que anuncian a bombo y platillo la autovía A-376 Ronda-Utrera. Qué bonito queda el nombre de la ciudad del Tajo sobre los letreros de una autovía, auque, para nuestra desgracia, loe peores presagios se cumplieron y todo era fruto de la imaginación y la intensidad de los rayos del sol, que debieron afectar sin remedio a esa parte del cerebro que controla la visión. Como aparecieron se fueron. No era autovía A-376 Ronda-Utrera, en realidad era carretera autonómica A-375. La cruda realidad volvía y ese sueño se desvaneció de forma repentina, aunque fue bonito el breve tiempo que duró. Circular por una cómoda autovía entre Ronda y Sevilla, separadas por poco más de100 kilómetros, y los turistas llenando sus carriles para conocer una de las ciudades más visitadas de Andalucía, los camiones transportando mercancías de la renaciente industria rondeña…, ¡eeh!, ¡despierta!, otra vez el calor.
Mientras tanto, volviendo a la cruda realidad, las carreteras rondeñas siguen en el máximo de los olvidos. Todos prometieron autovías y nadie cumplió sus promesas. El AVE, anunciado por doña Magdalena Álvarez, únicamente ha llegado a la maqueta que ha presentado uno de los estudios de arquitectura que opta a diseñar la nueva estación de autobuses, y la carretera entre Ronda y Ardales comienza a ser lo más parecido a una atracción de feria en forma de bache. Eso sí, también tiene ventajas. Podremos seguir siendo un oasis aislado del mundo, un lugar recóndito de Andalucía, que se va desangrando de forma lenta por un interminable torrente de emigración.