Ronda

El Museo del Vino recupera una bodega romana de 2.000 años

Isabel Barriga, delegada de Turismo, junto con Sergio Flores, responsable del museo, en el nuevo espacio.
Isabel Barriga, delegada de Turismo, junto con Sergio Flores, responsable del museo, en el nuevo espacio.
Isabel Barriga, delegada de Turismo, junto con Sergio Flores, responsable del museo, en el nuevo espacio.

Resulta complicado imaginarse a un romano bajando a una especie de catacumba a buscar vino, pero la realidad en algún momento de la historia fue así. La prueba de ello es la apertura de la bodega subterránea que desde ayer se puede visitar en el Museo del Vino de Ronda, que se ha convertido en uno de los puntos de mayor afluencia de visitas de la ciudad.

Desde el inicio de este proyecto su impulsor, Sergio Flores, conocía por comentarios de sus vecinos que había una bodega subterránea en algún punto del patio de la casa que acoge las instalaciones de este centro de interpretación del vino. Completada la fase de consolidación del proyecto, su gerente decidió dar un nuevo paso y tratar de localizar aquella bodega de la que hablaban. La casa fue una bodega en tiempos pasados, y todavía se recordaba la existencia de una parte bajo tierra. Una vez encontrada, las excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto un tesoro histórico, una bodega romana que se calcula que puede tener unos 2.000 años de antigüedad, según las primeras inspecciones realizadas por los arqueólogos. Además, también se han localizado algunas monedas que han sido trasladas al museo municipal para su análisis.

No obstante, no sería la única cultura que dejó su sello en esta infraestructura, que también presenta vestigios árabes, aunque se desconoce que utilidad se le pudo dar en aquellos momentos a esta pequeña bodega.

Para acceder a su interior se ha tenido que construir una pequeña escalera que conduce a un pequeño habitáculo con una temperatura constante. Ese era uno de los grandes objetivos de este tipo de habitaciones, que consiguen mantenerse entre los 12 y los 14 grados de forma constante, algo que ayer se notable de forma especial. De este modo conservaban su vino en unas condiciones óptimas y sin grandes alteraciones.

Ahora vuelve a tomar la imagen que pudo tener en algún momento del pasado, con sus propias vasijas de cerámica y la incorporación del llamado ‘cementerio’ de la bodega que es propiedad del museo que acoge estas nuevas dependencias, que se suman a las dos plantas.


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