Los olores forman parte de nuestra vida, todo nos huele a algo, nos impregna y ya no lo olvidamos nunca. Nos pasa desde pequeños oliendo los guisos de nuestras madres, ese olor nos acompañará durante el resto de la vida.
El olor a naranja que desprende la cocina cuando se preparan los rosquillos típicos de estas fechas. El aroma a azúcar quemada que emanan de los buñuelos o pestiños que con tanto cariño nos hacían nuestras madres y abuelas y que ahora preparamos nosotros. El olor a vino de las torrijas o la canela que se esparce sobre el arroz con leche y hace las delicias de los más pequeños de nuestras casas.
No podemos olvidar el olor a bacalao, frito en tomate o en forma de croquetas. El aroma de las espinacas o acelgas preparadas con garbanzos que se preparan de forma especial durante estos días. La vinagreta del salmorejo que se hace para los días de vigilia o disfrutar de los huevos duros que elaboramos de distintas formas, como los limones dulces que se disfrutan en estas fechas previas a los días del gozo.
Pero si hay algunos olores que nos recuerda a la Semana Santa y a la Cuaresma que nos sirve de preparación para ella es el del azahar cuando se desprenden las naranjas del árbol o el olor a incienso, ese aroma nos lleva hacia las imágenes de nuestras devociones, o el olor a clavel y rosa o margaritas. El olor a romero recién recogido de nuestros campos para ambientar y adornar los pasos y tronos que arreglamos con tanto amor y cariño para nuestros días de gloria.
Los sentidos, que tenemos durante estos días a flor de piel y nos van haciendo el cuerpo para la explosión de sentimientos que tendremos durante los días soñados.