La semana pasada unos cercanos amigos me decían: ¿Tan difícil resulta investigar, exhumar y enterrar dignamente a los que sabemos que están en las fosas comunes? No debería ser difícil si como pedimos las asociaciones de memoria histórica el Estado fuera el que se hiciera cargo de investigar y encontrar a nuestros desaparecidos como ocurre en el resto del mundo.
Hemos sentido una sensación agridulce al oir la sentencia del Tribunal Supremo, que absuelve pero al mismo tiempo elimina el único intento judicial de investigar. Por otro lado da la razón a los familiares y víctimas de la represión pero solamente remite a la Ley de Memoria Histórica cuando se ha demostrado que ésta es insuficiente.
Es necesario que el Tribunal Supremo determine quien o quienes son competentes para investigar y esto debe hacerse con urgencia porque son muchas las personas que ven como pasa el tiempo y se acaba su vida al mismo tiempo que se acaban aquellas esperanzas e ilusiones de conseguir verdad, justicia y reparación que germinaron en la primavera del 1977.
Parece increíble pero nuestro país ocupa el segundo lugar del mundo en número de fosas clandestinas. El primero es Camboya, ese país que fue gobernado por unos locos asesinos. Inmediatamente después le sigue la España de los 40 años de la paz de los cementerios.
Todas las Asociaciones de la Memoria Histórica están levantando un clamor para que la investigación de la verdad, la justicia y la reparación no sea archivada junto con la absolución del Tribunal Supremo a Garzón, que esa pudiera ser la magistral perversión de la inteligencia. Poco antes del 36 un famoso capitán-general teorizaba: Crearemos una situación de hecho y luego esa misma situación la haremos de derecho. Otra perversidad que nos llevó al caos del que a duras penas estamos intentando salir.
Por otro lado, aunque viene a lo mismo, el Comité de Derechos Humanos ha recordado al Gobierno Español la necesidad de derogar la Ley de Amnistía por ser incompatible con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Mientras tanto hay amigos a los que agradecemos su amistad y apoyo y también su discrepancia porque todo eso nos ayuda a ser mejores.